El jardín secreto

22.11.20

Cuentan de un hombre extravagante que cultivó un luminoso jardín lleno de las más maravillosas y exóticas plantas, nunca contempladas por ojos humanos. En su vergel creció la flor del sonido que en su ulular imitaba el llanto nocturno de un niño; la flor abanico, abierta al soplo del viento ábrego; la flor del gato de largos bigotes y espinadas garras; la flor de la pituitaria que mezclaba todos los aromas agradables; la flor del beso que daba amor sin fin; la flor linterna de iridiscencias lunares; la flor de porcelana, quebradiza a la mirada; la flor garza primorosa y alada; la flor de jade hecha del mineral de las palabras; la flor leona que rugía sus colores; nenúfares aéreos flotando como nubes; orquídeas murciélago que vampirizaban la luz; la flor de la escritura, reflejo de todos los libros leídos; flores cuánticas con pétalos cúbit; y la flor de la imaginación, capaz de ser presenciada de infinitas maneras. Cierto día cuando nació la flor de la muerte, murió y con él toda esa belleza, al ser su última voluntad el sellado y desmemoria del lugar. 

Ocurrió entonces un final sobrevenido a esta leyenda porque su mejor amigo, a semejanza de lo que sucediera con Kafka, traicionó su petición y no echó al fuego la llave del jardín cuya hermosura puede ser admirada por cuantas personas sientan curiosidad y gusto floral.



Inconclusión

21.11.20



No es el dolor por morir, es la tarea inacabada de la vida lo que duele.



Citados

20.11.20


Alega Cesáreo Goicoechea Romano que «el valor de una frase célebre no estriba en quién fue el primero que la pronunció sino en cuántos la citaron posteriormente, de ahí su nombre». Lo ecoico es un componente de una alta presencia en el pensamiento humano porque la repetición nos afirma en nosotros mismos. Por eso Winston Churchill aconseja que «es bueno que un hombre no instruido lea libros de citas», para que alcance algo de orientación en su viaje mental, y porque «la mayoría de la gente es otra gente. Sus pensamientos son las opiniones de otros, sus vidas, mímica, sus pasiones, una cita», que indicó Oscar Wilde, un producto evolutivo misceláneo.



Inelegancias

19.11.20



La amabilidad está reñida con la palabra sincera.



Enriquecimiento

18.11.20



¿Es espantoso que el lector perciba el mundo tal como el escritor lo contó?



Mujeres escritoras

17.11.20



La arqueología de la escritura revela que quienes la practican mantienen una deuda con los libros leídos, las experiencias vividas, los momentos sentidos y las voces escuchadas que, al igual que un bordado en un pañuelo blanco, dirigen sus puntadas para ir dibujando un poema o una narración. Entre las últimas hay anónimas féminas que con su oralidad han ido contando el relato de la vida. Con nitidez recuerdo la voz de mi abuela refiriendo sus historias. Ella, como tantas mujeres, también es escritora: mis manos son su pluma y mis recuerdos escritos sus cuentos.



Propulsores

16.11.20



Somos iones que pierden su aceleración hasta caer en el vacío que espera.



Nostálgicos

15.11.20


—¿Has notado que nuestras palabras no tienen eco?
—Sí, y que nuestra sombra no tiene cuerpo.
—Ya no somos los mismos que éramos.



Redenciones

14.11.20



Según qué acto, la habilidad o la torpeza nos rehabilitan ante los demás.




Referentes

13.11.20



El crítico literario Hugh Kenner afirma que «escribir es en gran medida citar; citas con energía renovadora, como hace el ciclotrón al aumentar la de las partículas que por él circulan». Desde la grafía inicial hasta el bit, la narración de la escritura ha sido un incesante citar.



Restringentes

12.11.20



¿Cuando los poetas se vuelven mediáticos la poesía se mediatiza?



Inmovilismos

11.11.20

Cuesta menos mover un bloque de una tonelada de hormigón que una costumbre adquirida.

Antitéticos

10.11.20



Tenemos que pensar y, a veces, pensar contra nosotros.



Metafóricos

9.11.20



«Recojamos los silencios y vayámonos a rellenar otro espacio en blanco», esta máxima atribuida al poeta Eveno, era un recurso usado contra Sócrates a quien creía en clara competencia lírica.



El caminante

8.11.20

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  A Joselu

Levantó su cuerpo temprano dispuesto a ejecutar lo planeado el día anterior. Mientras preparaba la marcha se paró un momento ante el espejo y, sin pronunciar palabra, se dio un consejo. Luego que todo estaba preparado y el desayuno acabado, salió del domicilio despidiéndose de Nadie y, ya en la calle, volvió la mirada hacia el edificio como si no hubiera de retornar al mismo nunca más. 

Echó a caminar como quien va a la tienda del barrio a comprar algo que olvidó y cada uno de sus pasos tenían un latido distinto. Los primeros sonaban a música de jazz y marcaban el swing de las pisadas que recordaban a las correrías de su infancia, dejando atrás la ciudad como quien abandona su niñez. 

Los kilómetros se fueron acumulando en las plantas de sus pies, primero sobre el asfalto y después sobre la tierra rojiza. La melodía que imprimían sus piernas comenzaba a sonar a baile de salón, intentando evitar los hoyos y los guijarros más ariscos. 

Sus pies no hablaban mucho, aunque cargaban con el peso de su organismo y él lo sabía, por lo que decidió regalarles con una visión del paisaje boscoso lleno de pináculos verdes, musgos, helechos y yerbas medicinales. 

Recorrió un gran trecho del camino en soledad, cubierto por el cielo azul y atento a las conversaciones de los pájaros. De tarde en tarde se cruzaba con alguien que no existía y, aun así, lo saludaba. 

Para reponer fuerzas detenía su andar y aguardaba a que lloviera un poco de maná para alimentar su flacura y el adelgazamiento de su resistencia, cada vez más convencido de que transitaba por una ruta invisible. 

El ocaso decidió aparecer por el horizonte, se presentó sin más con el cotilleo de que lo vio salir del hogar una mañana de hacía cientos de años, y ahora lo conminaba a tomar pensión y cama. Antes de hacer la parada nocturna, contó las estrellas y le faltaba una de las habituales, provocándole una cierta melancolía. 

Alojado en una fonda de mala muerte soñó que un caminante opuesto a él descaminaba lo que había andado, borrando sus huellas como quien borra el tiempo, otorgando un sentido contrario a sus pasos, a sus pensamientos, a su sentir, que siempre veía de espaldas y en el que se reconocía de manera extraña como un viajero de sí mismo desconocido e inverso. 

Lo espabiló la cisterna de la habitación contigua al sonar como un despertador de agua cuando el alba amanecía por decreto ley. Tornó al sendero y comenzaron a crecerle los pies con cada paso dado, algo que provocó tres cambios de zapatillas a los mil kilómetros. 

Este crecimiento le facilitó un marchar más deprisa como si fuera un andarín atleta capaz de llegar a su destino antes de que la carretera hubiera terminado. 

Al fin llegó a una playa, él, sus pensamientos y su dolor de plantígrado. El agua del mar le habló para convencerle que ya no estaba fatigado porque su cansancio se había solidificado, y que era hora de volver a casa donde Nadie le esperaba para recibirlo con los brazos abiertos y una limonada. 



Agrimensores

7.11.20



La geometría de la palabra traza líneas divergentes en el lenguaje.




Canal abierto

6.11.20



Hay quien pone su esfuerzo en ser de uno y quien lo pone en ser para los demás.



Escriturientos

5.11.20



Friedrich Nietzsche decía que «considerar el estado de escritor como una profesión debería, en justicia, ser considerado una forma de estulticia». Para Ítalo Calvino «el arte de escribir historias está en saber sacar de lo poco que se ha comprendido de la vida todo lo demás; pero acabada la página se reanuda la vida y uno se da cuenta de que lo que sabía es muy poco». Mientras que para  hay que «escribir más allá de la anécdota, de la obsesión o del dolor». Difícil saber qué ángulo elegir para saber de escritura, pero si escribo es para quedarme sujeto en la pantalla donde me trasformo en palabra y nada más.




Proximidades

4.11.20



Es preferible rodearse de gente inteligente con la que discutir a estar cercado por quienes siempre te den la razón.




Talantes

3.11.20



¿El carácter es mejor que el talento?