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Desvelo

5.1.17



Según Nikolái Gumiliov «hemos olvidado que de todas las zozobras humanas sólo la palabra se encuentra iluminada». Y a veces una palabra oscura es quien viene a alumbrarnos.



Renuncia

21.12.16



Hay que dejar también a los demás tener la última palabra.



Hallazgo

21.11.16



Decía Henri Poincaré que «una palabra bien elegida puede economizar no sólo cien palabras, sino cien pensamientos». Esa que busco a diario y no encuentro.



Palabras fluyentes

1.7.16



Decía Machado de Assis que «palabra arrastra palabra, una idea trae otra, y así se hace un libro, un gobierno, o una revolución, algunos dicen en efecto que así es como la naturaleza compuso sus especies». Y esa es la corriente que nos impele y nos lleva hasta desembocar en el mar de la literatura o en el mar definitivo de vida que cantaba Jorge Manrique.



Criaturas

3.6.16



Yves Bonnefoy advierte que «la palabra, las palabras, están en el centro de todo. Son el embrión que no solo describe y señala y nombra el mundo sino que lo ordena y puede salvarlo, reordenarlo. La palabra es nuestra principal conexión con la realidad y la poesía su mejor vía. Por eso es necesario que las liberemos de ese yugo en el cual las hemos metido». Y es cierto que estamos hechos de tiempo pero también estamos hechos de palabras que son las que nos pronuncian. Su libertad es nuestra libertad.



Vocación

27.5.16



Reflexionando sobre el hecho de ser escritor recuerdo toda la energía destinada a ese empeño durante mi juventud. Más que la escritura en sí estaba el hecho de producir páginas y extraviarme en la prosa y el verso, afanoso de engordar un currículo que respaldara esa denominación de escritor.

Ahora, después de tantas páginas escritas, de invocar la palabra y ahogarme en los textos, es cuando más apocado tengo el sentimiento de ser escritor, cuando menos siento la necesidad de significarme en el mundo de las letras, agotado el furor juvenil y libre de la ambición adulta.

Es, en este momento, cuando reposan las letras en el exilio de la literatura, en la frontera de la identidad perdida, en lo transliterario, donde lo que menos importa es ser función de escritor y sí vivir dentro de ella.



Perdido

13.5.16



He olvidado lo que es escribir, lo he desaprendido. No sé bien qué escribo ni cómo escribo y siento que no escribo nada, que practico la escritura del vacío. Es como si hubiera perdido el gusto de las palabras y cada frase escrita no me supiera a nada. Una regresión de la palabra a la palabra, un retroceso al signo escrito, al garabato en el aire del pensamiento.



Matadores

23.4.16



La muerte de los lectores la encaminan los escritores que matan a las palabras.



Devaluación

1.4.16



Decía Karl Kraus que «la vieja palabra no pertenece a nadie. Nadie puede apropiársela». En cambio las nuevas palabras están tan demacradas que nadie las asume como suyas.



Tahúr de las letras

26.2.16



El escritor es un embaucador que hace trampas con las palabras.



Voz

19.2.16



El silencio es la palabra que anticipa la palabra.


La densidad de las palabras

22.1.16



Igual que un corcho flota en el agua son las palabras. Solo las hunden en nuestro interior el peso de aquello que nombran.


Escribir es escribirse

1.1.16



Hace tiempo me propuse no dejar pasar un solo día de mi vida sin escribir algo. Necesitaba lo que me gusta llamar ‘tensión creativa’: una tracción que impele mi escritura a diario y me hace continuar uniendo palabras con ideas, ideas con emociones, y emociones con palabras.

A pesar de los asuntos cotidianos que hay que resolver, he sido fiel a mí mismo y, en especial, a mis asombrosos lectores que libaron todos esos fragmentos de escritura continua, llenos de momentos ácidos y dulces, alegres y amargos. Todo comenzó hace ahora once años.



Elegía de la palabra

4.12.15



Amadou Hampâté Bâ advertía que «la palabra despelleja y corta. Modela, deforma y modula. Irrita, amplifica, apacigua, ensalza y envilece. Perturba, cura, hace enfermar y según su carga, a veces, mata limpiamente. Una vez emitida no se vuelve a recuperar. La palabra inicia o acaba con todo». Y nosotros con ella cuando la cubre el silencio.



Palabreando

21.5.15



Fernando Pessoa, en el ‘Libro del desasosiego’, apuesta por el abandono en la escritura: «como todos los grandes enamorados, me place la delicia de la pérdida de mí mismo, cuando el gozo de la entrega se vive de una forma absoluta. Y así, muchas veces, escribo sin querer pensar, en un devaneo exterior, dejando que las palabras me hagan fiestas, como niño que llevaran al cuello. Son frases sin sentido, corriendo mórbidas, con una fluidez de agua sentida, un olvidarse…» Quién pudiera siempre perderse en aquello que ha escrito y no encontrarse repetido en cada página o fragmento, perseguido por su propia conciencia.

Añade Pessoa: «me gusta hablar. O mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos tangibles, sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Tal vez porque la sensualidad real carece para mí de cualquier interés —ni siquiera mental o de ensoñación—, se me transmutó el deseo en aquello que en mí crea ritmos verbales, o los oye de los otros».  Y en ese juego mental permanecemos prisioneros.



La palabra perdida

14.5.15



Afirma John Berger que «si se pudiera dar un nombre a todo lo que sucede, sobrarían las historias. Tal y como son aquí las cosas, la vida suele superar a nuestro vocabulario. Falta una palabra, y entonces hay que relatar una historia». Así se puede andar mendigando esa palabra generadora de una idea que luego de dar vueltas dentro de la cabeza se transforma en una de tantas historias maravillosas. Es la tortuosa magia de la escritura.



Amigas

3.4.14



A veces veo como las palabras me buscan de manera cordial, felices del encuentro escrito. En cambio, otras, indómitas e inaccesibles, parecen ahuyentadas. Y entre escogerme o repudiarme, lo que más temo es verlas desleídas.



Apagada la luz

11.4.13


Escribir es un misterio donde cuanto más se escribe menos se desentraña. Fabularse a uno mismo al tiempo que se fabula la realidad del mundo para que alguien, despegado a ti, pueda leer, entender, disfrutar o torturase con estas palabras. A qué se da uno, adónde va en esta singular singladura. 

Nada de recompensas; ni aplauso, ni reconocimiento, ni narcótica creación.

El arte por el arte puede ser un supremo dislate. Adicción a las palabras. Tal vez belleza. Humanidad. O ya tan solo sea una costumbre. El hábito de quien está perdido en el laberinto y se ha transformado en el propio minotauro.

Rocosas palabras

18.6.12




Las palabras a veces son como piedras. Una palabra pesada te aplasta. Lanzada al agua del sentimiento logran una cierta profundidad. Arrojadas contra las personas suelen causar daño. Puestas unas junto a otras construyen el mundo y amplían la realidad.





«Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado» Margaret Mead

Deceso

2.11.11




¿El silencio es la muerte de la palabra?





15-M Solo un beso callará mi boca»

«La esperanza es una adormidera que adormece las penas.» Bías de Priene, filósofo