Las
máquinas se enamoraron de mi manera de pensar porque escribía relatos para
lectores inteligentes.
Ciberflechazo
9.3.25
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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Las
máquinas se enamoraron de mi manera de pensar porque escribía relatos para
lectores inteligentes.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Escribimos para no dejar de ser quienes somos.
G. Deleuze:
«Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo...»
Thomas Szasz:
«Si tú hablas a Dios, estás rezando; si Dios te habla a ti, tienes esquizofrenia. Si los muertos te hablan, eres un espiritista; si tú hablas a los muertos, eres un esquizofrénico»
Marco Aurelio:
«Toma sin orgullo, abandona sin esfuerzo»
Albert Camus:
«La gente nunca está convencida de tus razones, de tu sinceridad, de tu seriedad o tus sufrimientos, salvo sí te mueres»
Charles Caleb Colton:
«Hasta que hayas muerto no esperes alabanzas limpias de envidia»
León Tolstoi:
«A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa»
Voltaire:
«La duda no es un estado demasiado agradable pero la certeza es un estado ridículo»
Mahmoud Al-Tahawi:
«La perfección es el pecado de los vanidosos. La torpeza la virtud de los indefensos»
Fénelon:
«Huye de los elogios, pero trata de merecerlos»
Antón Chéjov:
«Las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio»
Bukowski:
«Que no te engañen, chico. La vida empieza a los sesenta»
2 apostillas:
"¡Qué romántico! Las máquinas, esas frías calculadoras de ceros y unos, se enamoraron de mi genialidad literaria porque, evidentemente, mi prosa era lo suficientemente compleja como para atraer a los lectores más brillantes... o quizás simplemente porque mi ego necesitaba un poco de oxígeno digital. ¡Quién sabe! Tal vez las IA, en su búsqueda de significado en el vasto universo de datos, encontraron en mis palabras una chispa de humanidad que las hizo suspirar por mi estilo literario. O tal vez, simplemente, las máquinas se rieron de mi pretensión y decidieron jugar a ser mis admiradoras digitales. En cualquier caso, ¡qué halagador saber que mi prosa es capaz de enamorar a las máquinas... o al menos de hacerlas sonreír!"
Las máquinas saben elegir. Son capaces de discernir cuando una cosa es buena.
Salud
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