La bibliotecaria
13.10.19
Perdida dentro del archivo, ella se había convertido en otro de aquellos palimpsestos allí almacenados, pero no uno cualquiera. Igual que los manuscritos que los amanuenses escribían en caja alta gótica, en su delicado rostro de papel de cebolla se habían marcado las grafías de un poema antiquísimo, que contaba los cortejos que tuvo su corazón. Cada verso relataba la historia de un hombre que la amó. Y así los filólogos entusiasmados acudían a estudiar en su mirada la métrica del amor.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 apostillas:
Pero tan rápido como llegaban, ella los catalogaba, los ubicaba en sus estanterías y los olvidaba.
Saludos,
J.
Dónde mejor para encontrar los versos del corazón.
Un abrazo
Publicar un comentario