Palabras como puños

8.11.18



Cuando era niño me defendía con las palabras. Recuerdo a mis mayores reprocharme: «tienes la lengua muy larga». En la infancia de los juegos hay también un territorio hostil, hasta cruel, que es esa otra cara de la niñez, opuesta a la amistosa, juguetona y afable. Afortunadamente a esa edad inocente la capacidad de reparar heridas es rápida. 

Escribo desde que tengo uso de razón y eso es desde la adolescencia cuando, espoleado por los profesores de Literatura, comencé a ensayar los primerizos y ridículos versos de amor, impulsados por la turbulencia del incomprensible enamoramiento. Frente a otros chicos más ágiles, más fuertes o más descarados, entendí, ante un mundo de peleas y liderazgos infantiles que mi ‘puños’ eran las palabras y que toda mi fortaleza estaba, ante la hostilidad del mundo, en las palabras. 

Ellas me han enredado siempre implicadas en lo que sentí y con ellas, ahora, doy guantadas al aire de la adversidad y puñetazos a las hostilidades. Con ellas me defiendo del mundo y de mí.



4 apostillas:

Juan Poz dijo...

Con ellas, Francisco, creas "tu mundo", que no necesariamente es siempre refugio: también creamos, con ellas, el enemigo que somos, a veces, para nosotros mismos...

Albada Dos dijo...

Escribir en un arma de defensa. La palabra en sí es ataque y defensa, así que no me extraña que cuando su fuerza física no destaca, se acostumbre a usarla

Un abrazo

Laura dijo...

Sin duda, tienes un arma y la sabes utilizar estupendamente. un abrazo.

Anónimo dijo...

Defenderse del mundo con las palabras. Menuda tarea. A la que suscribo, por supuesto.