Vacaciones en el mar de China

2.8.19

Día 2

El día amaneció jaspeado y yo con un murmullo de rutinas que aún no me he sacudido. Vinieron conmigo en la maleta de las equivocaciones y las traje sin querer.

He conocido a la joven vendedora de ajos Su Xiaoxiao. El color de sus ojos cambia según la luz del mar. Hoy sus destellos eran de un cobalto urgente. Cada cabeza de ajos que oferta tiene su historia. A mí me ha vendido una que narra su experiencia vital: la de una mujer que entrega siempre su corazón al hombre equivocado. Por eso su desdicha es profunda como el mar de China, pero no tiene riberas.

Al pasear por la playa he observado un grupo de jóvenes jugando a las cartas. Entre risas una zagala ha dicho: afortunada en el juego, desgraciada en amores. Me he acordado de Su Xiaoxiao, su sonrisa rota y sus noches de nadie.

5 apostillas:

Albada Dos dijo...

Los veranos, con la sabiduría de los chinos y su cultura milenaria

Un abrazo.

mailconraul dijo...

No hace falta ir a China para ver el mismo cuadro!!!

Joselu dijo...

Prosa clara y transparente para narrar una fábula oriental que tiene como eje un viaje. Entre las visiones más esclarecedoras de mi vida siempre aparecen las de los viajes. Hace falta ser de una raza especial para entender el viaje. El viaje va unido al movimiento pero también al dolor. El que no esté predispuesto a asumir el sufrimiento, nunca entenderá lo que significa viajar.

Yolanda dijo...

Deliciosa prosa. Me quedé con ganas de más.
Totalmente de acuerdo con el comentario de Joselu.

josia dijo...

Seguro que no jugaban a las cartas. Era un extraño dominó c on el que juegan en esta parte del mundo, Siempre sobre una mesa plegable o en el suelo.