Día 10
El viento de Poniente ha dibujado de escamas de peces la superficie de este mar de la China.
Wei Zifu, el tabernero, seca cada mañana sus tomates al sol. Calmo como una grulla, este hombre parece escuchar todas las confesiones de los parroquianos que acuden hasta su bodega. Nunca habla en voz alta y junto a cada consumición regala un poema. A mí me ha tocado uno que dice:
Abrir los ojos
y buscar, a ciegas,
el sentido de la luz.
Al anochecer un geco escucha el llanto de las luciérnagas mientras el paisaje y los pensamientos se tornan brunos.
0 apostillas:
Publicar un comentario