Vacaciones en el mar de China

4.8.19

Día 4

Anoche unos amigos me invitaron al Festival de los Dragones Voladores, una fiesta de la música y la amistad. La música traspasa el alma y la amistad el corazón. La melodía del tiempo interpretó una partitura estelar que se quedó conmigo casi hasta la alborada. Muchos rostros desconocidos me saludaron con amabilidad envolviéndome en un ovillo de desahogos personales, como queriendo cautivar al extranjero que ha venido hasta aquí. Su tranquila cercanía asedió la muralla de mi timidez hasta derrumbarla.

La sonrisa prístina de la mañana ha sido la de Xue, la pescadera que me vende los peces asombrosos que atrapa Yuan. Me ha pesado el apetito y me ha ofrecido media docena de piezas. Compra siempre por debajo de tu avidez, me ha recomendado.

2 apostillas:

Albada Dos dijo...

Consejo sabio donde los haya. Una jornada divertida, con un final, de madrugada, perfecto

Un abrazo

Joselu dijo...

Idealización de un mundo soñado más que real que se caracteriza por su armonía y belleza. El autor se proyecta, tal vez, de un mundo convulso y problemático en una realidad que inspira serenidad y hermosura.