Divagaciones de un candidato

26.5.19

Llegué a la política por esas cosas que tiene la vida. Mi amigo Felipe tan entusiasta siempre me cogió de la mano y me afilió una noche que andábamos de francachela. Había fundado un partido político para dar voz a “las personas humanas”, decía, expulsar a los políticos de la institución local y devolver el poder a la ciudadanía. 

Mi amigo Felipe murió de repente la misma noche que iba a comenzaba la campaña electoral, por lo que no pudimos colocar ninguno de los carteles con los que pensábamos inundar la ciudad. 

Sin tiempo para reaccionar decidieron que fuera yo, su mano derecha, el candidato que lo sustituyera y no me dieron margen para negarme. De la noche a la mañana, vi mi imagen multiplicada por calles y avenidas, apoderándose de mí un extraño sentimiento de importancia y temor al fracaso. 

No pude dejar de mirarme cada vez que me cruzaba con un cartel y aparecía mi imagen observándome. Al principio, fue curiosidad, después casi obsesión. Hasta que una noche que caminaba solo me pareció ver guiñar un ojo a uno de esos carteles. Pensé que habría sido una alucinación fruto del cansancio, pero al caminar un tramo de la calle alguien me llamó la atención. Era ese hombre que tanto se parecía a mí y que estaba copiado en miles de imágenes repartidas en toda la ciudad. 

Me dijo que quería hablar conmigo, de hombre a hombre, porque el verdadero candidato era él y no yo. Efectivamente, el día de las elecciones salió elegido él como alcalde y yo, bueno yo nunca he servido para la política.



3 apostillas:

Juan Poz dijo...

Algo de eso hay: imágenes animadas...

Joselu dijo...

Mi otro yo, como escribiría Borges.

Albada Dos dijo...

Esas ausencias que nos transforman, en otro, que era ya el alter ego

Un abrazo