Pasar el tablón

10.5.19




Aquellos chaparrones de octubre traen a mi memoria vivencias asombrosas de la infancia. Los días que la lluvia anegaba las calles solían colocar un tablón de una parte a otra de la calle y que la gente pudiera cruzar sin mojarse los pies. Al salir de casa llevaba la advertencia de mi madre para que usara, con cuidado, aquel puente improvisado y mantenerme seco para ir al colegio o para volver a casa. 

Pasar por el madero y mantener el equilibrio para no caer suponía un cierto temor en mi mente infantil, porque dudaba si pasar rápido o atravesarlo lentamente con tal de no empaparme, algo que azoraba mi mente inocente de experiencias. 

Aunque la sensación que más me impresionaba era sentir bajos mis pies la ondulación de la manera que vibraba por el peso y trasmitía un temblor a todo mi cuerpo, provocando un momento de vacilación y miedo a ponerme chorreando. Impresión semejante a la que experimentamos en nuestra vida cuando tenemos que cruzar esos momentos que nos llenan de angustia y vértigo. 



2 apostillas:

Albada Dos dijo...

Qué recuerdos de infancia con ingenio, con la vívida emoción bajo los pies. Días de mucha lluvia formando ríos.

Un abrazo

Joselu dijo...

He pasado por tablones inciertos y por clavijas en la montaña sobre el vacío, y no veo similitud entre estas experiencias concretas, físicas, materiales y las incertidumbres del ánimo, podríamos decir del alma. Es la diferencia entre una amenaza o incertidumbre de peligro real y la sensación de tortura del alma que es mucho peor. Su conexión es metafórica como dices pero son muy distintas. Son diferentes clases de miedo.