El otoño es para algunas personas la crónica de la tristeza. Esa emoción que llega cuando menos la necesitas pero que, en algún momento, viene. Otra cuestión es cómo cada uno la soporta o la analiza. Deleuze mantenía que la tristeza no nos hace inteligentes. «En la tristeza estamos perdidos. Por eso los poderes tienen necesidad de que los sujetos sean tristes. La angustia nunca ha sido un juego de cultura, de inteligencia o de vivacidad. Cuando usted tiene un afecto triste, es que un cuerpo actúa sobre el suyo, un alma actúa sobre la suya en condiciones tales y bajo una relación que no conviene con la suya. Desde entonces nada en la tristeza puede inducirlo a formar la noción común, es decir, la idea de algo común entre dos cuerpos y dos almas.» A pesar de ello me reservo mi cuota de tristeza quizás por incomprensión o por egoísmo de poseer esa emoción básica. Tan sólo, tal vez, por el desarreglo que me procura como ser humano. O por nada, sólo por sentir algo. Como dijera Vallejo: «perdonen la tristeza.»
Otoñal
25.9.10
El otoño es para algunas personas la crónica de la tristeza. Esa emoción que llega cuando menos la necesitas pero que, en algún momento, viene. Otra cuestión es cómo cada uno la soporta o la analiza. Deleuze mantenía que la tristeza no nos hace inteligentes. «En la tristeza estamos perdidos. Por eso los poderes tienen necesidad de que los sujetos sean tristes. La angustia nunca ha sido un juego de cultura, de inteligencia o de vivacidad. Cuando usted tiene un afecto triste, es que un cuerpo actúa sobre el suyo, un alma actúa sobre la suya en condiciones tales y bajo una relación que no conviene con la suya. Desde entonces nada en la tristeza puede inducirlo a formar la noción común, es decir, la idea de algo común entre dos cuerpos y dos almas.» A pesar de ello me reservo mi cuota de tristeza quizás por incomprensión o por egoísmo de poseer esa emoción básica. Tan sólo, tal vez, por el desarreglo que me procura como ser humano. O por nada, sólo por sentir algo. Como dijera Vallejo: «perdonen la tristeza.»
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4 apostillas:
¡Y con qué endiablada facilidad se disfruta de la felicidad de la tristeza! No es un juego de palabras, sino el jugo de la acedia que se saborea con delectación... Mi hija, de pequeña, lloraba mirándose al espejo...
Todos los sistemas de propaganda editan publicaciones en que aparece gente con una enorme sonrisa y cara de satisfacción: los poster maoístas, la propaganda de la Caixa, los testigos de Jehova, la revista de Cornellà en que sólo aparecen buenas noticias y con gentes de todas las edades con una gran sonrisa. Todo el que tiene interés en manipularnos nos representa satisfechos y sonrientes, plenos. ¿Cómo va a plasmarnos tristes? Me producen naúseas todas estas publicaciones en que el ser humano parece feliz, satisfecho, sonriente... Es como los relojes que por defecto aparecen a las diez y diez en la propaganda. La tristeza no vende, pero es extraordinariamente rica en matices y en dimensión.
Por defecto, pero con un buen efecto: es la posición adecuada de las manos en el volante...
Buenos días tristeza.
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