—No te habían dicho nunca que escribes como un niño repelente y sabelotodo.
—Ciertamente, no que recuerde —se defendió resignado—.
—No entiendo nada de lo que escribes, me resulta incomprensible.
—Es difícil saber qué lectura prefiere cada lector.
—El aprendizaje de la escritura lleva aparejado el interés por todo lo insólito.
4 apostillas:
Personalmente, a mi "la" única repelente y además desagradable ( porque seguro que es una chica) es ella, además de incordiona, gris y mediocre.
Y él, pobre cielo, justificándose... ¡¡¡santa paciencia!!!
Un abrazo.
volveré por aquí, apuntas bien..
Las curvaturas del ego que describes son hábito general. Se me ha escapado una sonrisa, como siempre.
Un saludo.
Lo que mas sorprende es el cabezón que tiene el que escribe a diario desde hace tantos años en esta blog y sin descanso.
Publicar un comentario