Andreas Vaklgomn, tras emprender infinidad proyectos y actividades cualificadas, al final de su vida descubrió lo único en lo que había sido bueno: su obstinación. Ninguna otra cualidad ―ni tan siquiera el talento destacado― brilla tanto como ésta.
Fijeza
26.12.08
Andreas Vaklgomn, tras emprender infinidad proyectos y actividades cualificadas, al final de su vida descubrió lo único en lo que había sido bueno: su obstinación. Ninguna otra cualidad ―ni tan siquiera el talento destacado― brilla tanto como ésta.
Etiquetas: Andreas Vaklgomn, personajes
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3 apostillas:
"Resistir es vencer".
He buscado en Google quién diablos era este Andreas Vaklgomn, y sólo me ha salido un resultado que me remite a este blog. ¿Un heterónimo? En todo caso añadiría a la capacidad de resistencia -que está muy bien- la necesidad de una pizca de talento. Talento y obstinación es una buena mezcla. Hay muchos dictadores que han sido terriblemente obstinados, para qué vamos a poner ejemplos si son de todos conocidos. Pero eran brutos y carentes de sensibilidad e inteligencia.
Cuando me llaman obstinada yo admito mi perseverancia. Lo primero siempre me ha parecido que de calificarme así se remitían como si de un defecto se tratase, lo segundo, siendo lo mismo, una virtud. Volvemos a la futilidad de las palabras, y la relevancia, sin embargo, de los matices que se otorgan a estas.
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