Me alertaba el director de un colegio de enseñanza primaria de cómo a la gente se les estaba olvidando la escritura manual, esa que con tanto esfuerzo nos enseñaron los maestros y las libretas Rubio.
La digitalización de la sociedad ha proporcionado copiosos pronósticos sobre la desaparición del papel, tanto para la extinción de los periódicos como para el acabamiento de la impresión de libros, por no hablar de la comunicación epistolar y de otros ámbitos donde se utiliza ese material hecho con pasta de fibras vegetales.
Más preocupados por ver cuando se cumplen estos presagios en la sustitución de los soportes tradicionales por otros tecnológicos, apenas nos hemos dado cuenta de esa otra gran pérdida como es el ejercicio caligráfico tan personal.
