Veloces

31.5.24


El tiempo siempre va mucho más deprisa que el amor.



Engorros

30.5.24


Existe una versión incómoda de lo que somos en los demás.



Cercioramientos

29.5.24


En ocasiones golpeo con los nudillos la realidad para ver si es cierta y aun así me parece estar en una alucinación.



Discrepancias

28.5.24


Existe un aforismo contrario a este apotegma pero lo escribes tú.



Vacilaciones

27.5.24


Acontece un destino certero y luego está la incertidumbre de lo que somos.



Charlando

26.5.24


Nada más saludarlo un escalofrío me recorrió el cuerpo. Me hablaba despacio y sin emoción en la voz. Sin embargo, lo que me contaba sobre lo que le ocurría, no era una situación desapasionada o tranquilizadora. Creo que hasta adivinó la expresión de inquietud que aparecía en mi rostro y, a pesar de ello, continuó hablando y hablando.

Tras preguntar por mis familiares, me narró toda la peripecia médica por la que atravesaba después de resignarse a soportar varias operaciones y a la extracción de distintos órganos para salvarle la vida. Y allí, en mitad del espacio euclidiano, de los automóviles que enruidaban la conversación, de la primavera punzante, del gentío bullicioso y percutor, pensé entonces, que esa era la primera vez que estaba charlando con un muerto.



Extrínseco

25.5.24


Cuando escribo ya no soy yo sino ese otro yo que escribe.



Contaminados

24.5.24


No hay mayor vicio que el de vivir.



Carcomas

23.5.24


Lo decepcionante es ver cómo hay gente a la que se le corroe el pensamiento.


Mal trago

22.5.24


Cada ser humano vive sus infiernos en soledad.



Decisiones

21.5.24


Poder dudar de todo y no vacilar en el momento justo.



Aguardos

20.5.24


Fijar las expectativas por encima de las posibilidades es frustrar los sueños.



La limpiadora

19.5.24


Ya sabemos que vamos a morir porque un día, ese día, nos tocará hacerlo. Es así de contundente, igual que nuestro nacimiento. El resto, el relleno que contiene esas dos nadas, es lo sustancial, lo que cuenta, lo que debemos narrar. Por eso odio a esos escritores lacrimógenos que se pasan la vida publicando cosas de esta naturaleza para meter miedo a la gente, o hacerles sentir pena o que se ahoguen en un vaso de tristeza. Son prosistas perjudiciales y por eso dejé de leer sus novelas y sus zarabandas literarias en torno a lo luctuoso de la existencia.

A mí, que friego escaleras y portales de vecinos todos los días, excepto los domingos y festivos, mal pagada, mal mirada y a la que llaman chica de la limpieza, lo que me interesa son las pisadas, las huellas que dejamos, los pasos bien o mal andados. Eso sí que es literatura y por eso escribo poemas al suelo recién fregado, al portal escamondado, al cuarto de baño reluciente, porque me importa que los inquilinos pasen dejando sus sucias marcas pisadas sobre el trabajo bien hecho, estropeando todo aquello realizado dedicación y esmero. Prefiero reflejar con mis versos que lo limpio de la vida nos aleja de toda la inmundicia humana.



Vigorizantes

18.5.24


La vida se esponja cuando se llena de lirismo.



Tergiversados

17.5.24


Si la palabra puede ser fuente de malentendidos, el silencio lo es más.



Insalubridades

16.5.24


El amor es insano en el uso de los posesivos.



Trilogía

15.5.24


¿Alguna vez en el mundo hubo un momento donde el tiempo, el amor y la memoria fueran uno?



Substancias

14.5.24


Somos un sustrato bajo millones de datos.



Sonrisas

13.5.24


Trata de sonreír siempre por si las moscas.



Cuentísimo

12.5.24

 

Normalmente los cuentos son escritos comenzando por el principio y cerrándolos con un final. Los hay que son contados desde su terminación para acabar donde todo comienza. Otros son narrados a mitad de la historia y saltan hacia atrás o hacia adelante según capricho de quien los escriba. No faltan las narraciones interruptus o las que omiten parte del relato. Las más peliagudas resultan ser siempre esas otras que ocultan lo más interesante de su propósito y, por supuesto, las que trucan el argumento para parecer más virgueras. Están las ficciones del multiverso capaces de enredar a quien las lee en multitud de versiones hasta hacer imposible saber cuál es la mejor. No faltan los nanorrelatos reducidos a una sola letra y los textos invisibles que son de una insustancialidad sublime, aunque pongan a prueba nuestra pericia para encontrar algún indicio de su contenido. Y, por último, están los imposibles que, como en este caso, no saben contarse.