—Tú prefieres el realismo mágico o el realismo sucio.
—El sucio —respondió sin vacilar.
—No le veo la gracia a limpiar los platos después de comer —argumentó el primer interlocutor.
—Yo tampoco a elegir emborracharse con metáforas de la realidad mientras friegas los restos de la comida.
—Márquez.
—Miller.