Triada

10.5.24


El ser humano es lo que tiene: capaz de sentir una cosa, pensar lo contrario y actuar de forma diferente a lo que siente y a lo que piensa.



Incorreglibles

9.5.24

 

A las personas se las ama como son sin correcciones.



Malaventuras

8.5.24


Muchas veces somos producto de un desastre que reconvertimos para el bien.



Tapaderas

7.5.24


No es necesario mentir, con ocultar la verdad basta.



Efusivos

6.5.24


Envejecer es desapasionarse.



Los desplazados

5.5.24


Existen migraciones de todo tipo. Hermosas como las traslaciones de las aves por los cielos extensos o dramáticas como las expatriaciones de los humanos por pielagosos mares marinos. Aunque de todas ellas existe una que pasa más desapercibida, es un flujo que se mueve invisible en el paisanaje urbano, única y peculiar. Son los desplazados por el amor que migraron allá donde los llevó su corazón y que tras vivir días de plenitud y deseo, de idílica felicidad, fueron abandonados a su suerte, repudiados, desamados.

Ahora, se refugian todos en un mismo lugar, es una ciudad cuyo nombre nadie recuerda pero que los acoge hasta que vuelven a migrar.




Atenuaciones

4.5.24


Adaptarnos a cada momento vivido amortigua el impacto de las emociones.



La paradoja de la competencia

3.5.24

Acudí a una conferencia sobre la figura de un escritor. El ponente se empeñó en bañar a la audiencia con elogios a su obra y a su figura. En una de las lisonjas pronunciadas, lo señaló como el mejor de su generación. Recordé entonces aquella frase de María Montessori: «…la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra», y pensé que si hay mejores es porque hay peores y se establece una lucha.

Me marché preguntándome por qué algunos seres humanos se empeñan en complicar la existencia, ¿Acaso el color del cielo compite con el color del mar, la belleza de una flor rivaliza con la hermosura de otra, o la placidez de un paisaje disputa lo abrupto de otro?

Es importante recordar que la creatividad no es un juego de suma cero, donde el éxito de uno implica el fracaso de otro.

En lugar de enfocarnos en el antagonismo, deberíamos celebrar la diversidad de voces y estilos que conforman el panorama cultural. Apreciar cada obra por sus propios méritos, sin compararla con otras, nos permite disfrutar de una experiencia artística más rica y profunda.

En un mundo donde la rivalidad impregna todos los ámbitos de la vida, es necesario reivindicar el valor de lo individual y lo desigual. La cultura, en su infinita variedad, debería ser un espacio para la celebración de la diferencia, no para la comparación y el enfrentamiento.

Nada es si no en sí mismo y como esencia única incomparable. Cada cosa hay que apreciarla por lo que es.


Sumisiones

2.5.24


Estar atado a la trascendencia es una servidumbre mental.



Ontológicas

1.5.24


La mayor soledad es sentirse querido pero solo.



Indelebles

30.4.24


Siempre se proyecta sobre nosotros la sombra de lo que fuimos.



Odiseos

29.4.24


Los primeros viajes lejanos los realicé dentro de los espejos.



Ofertas

28.4.24


El estacionamiento estaba vacío y se podía escuchar ese ruido tan característico de los grandes espacios en los que pulula el eco de quienes los han visitado con anterioridad. Tuvo una repentina sensación de incomodidad, rayana en el miedo, pero se tranquilizó al ver como un vencejo cruzaba la quietud del aire. Tras aparcar el coche comenzó a cruzar a pie un trecho del aparcamiento y trató de observar si dentro del supermercado existía algún movimiento, algo que no logró saber porque el reflejo del cielo brillante en las inmensas cristaleras se lo impedía. Caminó siguiendo las flechas marcadas en el asfalto, no sin una cierta aprehensión por imaginarse dentro de un sueño. Al aproximarse al edificio, las puertas correderas se deslizaron en sentidos opuestos, interpretando aquello como una sonrisa de bienvenida. Su confianza aumentó y cruzó el umbral casi con los ojos cerrados. Dentro no había nadie. Barrió con su mirada el interior del local hasta detenerse en un cartel donde se leía: «Hoy todo gratis por liquidación total del género humano».



Rúbricas

27.4.24


El destino es una entelequia firmada por el azar.



Introito

26.4.24


El desconocimiento es el preámbulo de la mentira.



Pre caos

25.4.24


La originalidad se esconde en los pliegues del desconcierto.



Ilusionismos

24.4.24


Ante una vida adulterada hay quien prefiere los efectos especiales.



Crepuscularia

23.4.24


Algunas tardes muero como el sol al atardecer.



Inmaterialización

22.4.24


Lo que queda de nosotros no somos nosotros, es tan solo una proyección.



Firma de libros

21.4.24


Acudió impecablemente vestido de blanco a la cita. Había quedado con su editor en una cafetería donde solían reunirse las gentes de literatura como él las llamaba. Quería tratar los últimos detalles para la firma de ejemplares en la Feria del Libro.

Sentado en una mesa pidió que le sirvieran un té frío con leche y descubrió que, bajo el cristal, aparecía un poema. Antes de concentrarse en su lectura, curioseó con su mirada otras cercanas. En cada una de ellas estaban expuestos otros textos poéticos, igual que las ocupadas por la clientela que, en ese caso, quedaban ocultos por tazas y platos y a los que nadie parecía prestar atención.

Centró su interés en el que tenía delante y lo leyó con detenimiento. Lo apreció horrible y estimó que el resto tendrían semejante calidad. Entonces se preguntó para sí por qué la gente, sin talento, se empeñaba en hacer aquellas cosas y no tenían pudor exponerlas al público. Los compadeció.

Rodolfo Aquilino Cifuentes Castaño eran un renombrado escritor que, con determinación y empeño, además de una alta cualificación académica, había publicado algunos libros. Su última creación era una novela de cinco millares de páginas. Un intenso, documentado, afanado, esforzado, elogiado por la crítica y los colegas de profesión, trabajo, al que dedicó diez años para su conclusión.

Una llamada de teléfono lo sacó de sus pensamientos. Era su editor, amigo y hombre menudo, quien le comunicaba que no podía acudir al encuentro. «¿Cómo? ¿qué te ha pasado?». La respuesta lo dejó estupefacto: «Un ejemplar de tu novela me ha caído en el pie y me he fracturado varios dedos».