Vacaciones en el mar de China

27.8.19

Día 27

Yu Xuanji, durante el almuerzo al que la invité ante mi cercana despedida, me cuenta la génesis de Nanshianjiao. Media docena de familias que, emparentadas, hicieron el ovillo de la vida que es ahora. Es por ello que hay un hilo de parentescos, un tejido urdido en un tiempo tardo.

En la atardecida el viento de Levante ha arreciado tanto que se lleva las palabras de la boca. La gente entonces se habla con la mirada, y es cuando más aflora la sinceridad porque los ojos, dicen, son una ventana al alma y el alma de estas gentes es un solárium.

Ahora la tormenta decora un mar de oscuridades metálicas. Sobre el telón bruno de la noche serpentea dragones eléctricos que persiguen los estados de ánimo.

Vacaciones en el mar de China

26.8.19

Día 26

La inmersión en el mar temprano es un viaje al silencio mudo de la soledad. La playa al amanecer es un cuento de muchedumbres vacías, y bajo él respiran bañistas transparentes y peces con vestidos de algas.

En la orilla un padre recopila, junto a su hijo, cristales de colores que fingieron botellas con mensajes naufragados. El niño pregunta por las cosas que no tienen nombre y el hombre se detiene a definirlas, dando forma al pensamiento infantil para modelar un nuevo recuerdo.

Pasan pájaros hacia Poniente y Su Yueying dice que va a cambiar la corriente marina, la que suele traer contrariedades y sombras de septiembre.

Vacaciones en el mar de China

25.8.19

Día 25

Los niños de Wu Shuji juegan en la orilla del mar. El chapoteo de sus risas contagia el color de la mañana. Abro el libro de la observación, miro hacia adentro y hacia afuera y hago mi lectura de agua sobre el corazón humano en código abierto. No hay otros asuntos que dilucidar en el día.

La luz es apolínea, el calor asimétrico, los pasos en la arena son huellas líquidas.

Sentirse vivo en la nomenclatura del verano parece un bálsamo recetado para curar las rutinas que acechan ya cercanas.

Vacaciones en el mar de China

24.8.19

Día 24

En la casa de Lu Huinu no hay espejos para que la narrativa del tiempo no ocupe ninguna preocupación. Lu prefiere vivir su feminidad desde lo tangencial y lo armonioso, retirada del mundo de los reflejos. Desde que se oxidó su alegría reposa los días y la luz del loto.

La tarde evanescente habla del mejor verano, el que tiene detenidos los relojes de arena y hace vaciar el mar en la mirada del pensamiento afable.

La luna llena comienza un hilo de conversaciones que durará hasta la madrugada.

Al alejarnos de nosotros logramos ver el camino que nos ilumina.

Vacaciones en el mar de China

23.8.19

Día 23

Le Wan, la mujer que camina descalza, madruga para escuchar el mar al amanecer. Me cuenta que su lenguaje, en esos momentos, es calmo, susurrante y bisbisea secretos de las profundidades. Me saluda con una sonrisa y se marcha.

Luego me tropiezo con Liu Rushi y me trata de explicar que hay existencias que pueden ser, al mismo tiempo, hermosas y caóticas como una flor de loto.

Duermo, entonces, una siesta feliz que me abre el apetito de la tarde. Entiendo que la vida es ciclomática y poliforma.

Vacaciones en el mar de China

22.8.19

Día 22

Como no hay días iguales, tampoco hay sueños iguales. Una columna azul se levanta en la cresta de la amanecida cuando canta el gallo de la aurora.

Madrugo para verme soñar en los sueños de los míos. Me acerco a su respiración y escucho una cascada onírica que cae dentro de ellos.

Salgo a caminar y me calzo los pies de caminante anónimo, mientras me cruzo en el paseo marítimo con los entusiastas levantadores de la mañana.

De repente un rostro conocido, Wu Shuji, una mujer que renegó a que los prejuicios cerraran su mente y que, desde la valentía, levantó en soledad a su familia.

Wu me refiere la historia de Wen Wan cuyo marido se suicidó igual que el de ella: «dice que ha vuelto a sonreír; yo no podría, no entendería jamás el tiempo caminando al revés. Sonreír implica desatender la conciencia de aquello que es inevitable, lo que nos postra igual que un atardecer».

No sueño. No soñar no es estar despierto. Es caminar descalzo entre la arena y las olas.

Vacaciones en el mar de China

21.8.19

Día 21

El sol pone el poema de la tarde con escamas de oro sobre las olas del mar de China.

Un día más, mantiene Yu Xuanji. Un día menos, asegura Xu Yueying. La tertulia se inicia con la fresca de la anochecida y asegura una crónica de los eventos del día. Son mujeres que han dado vida a la vida como Li Ye, Liu Chaichun o Du Qiuliang, junto a otras que, en su mayoría han perdido a sus compañeros en el camino o se han desprendido de ellos. A mí me dejan escuchar sus largas, tranquilas y prolíficas conversaciones.

En el chiringuito de Wei Zifu, un grupo de hombres hablan y beben a la vez. Dos de ellos dilucidan a qué distancia se debe situar una persona cuando entra en un bar y hay otra dentro bebiendo cerveza como quien bebe un cáliz de salvación.

La vida parece inconmensurable en todos sus recodos y quebradiza como un junco.

Vacaciones en el mar de China

20.8.19

Día 20

Nanshianjiao es un lugar pequeño cosido al mar. Sus primeros pobladores no fueron pescadores, fueron campesinos y se dedicaron a labrar la tierra.

Esa es su primera paradoja. La segunda es que casi todos sus habitantes estaban emparentados y se reconocen entre ellos después de muchas generaciones. El parentesco los aísla y los fortalece a la par.

Es por ello que el pueblo parece detenido en el tiempo y cada respiración, cada paso de sus habitantes, es como un eco social. Todos los oídos lo oyen, todos los corazones lo sienten.

Su devenir no existe, es pura fantasmagoría. Todo parece circunflejo y detenido. Incluso yo que los miro.

Vacaciones en el mar de China

19.8.19

Día 19

El mar es circular. Tiene su centro en la memoria y gira sobre sí mismo. Nie Shengqiong, una mujer cultivada y amante de las artes, me ha invitado a tomar té en su casa.

La imagen de los patos mandarines flotando en el estanque, evocan la melancolía de la quietud mientras el silencio se apodera de todo, hasta de mí.

Pronuncia palabras chinescas con una suave dicción que me hacen dudar si es algo que está ocurriendo o solo se trata de un primoroso sueño que estoy viviendo.

El mar fuera no cesa.

Vacaciones en el mar de China

18.8.19

Día 18

El viento y las olas han arrastrado la barca de Gao y su hermano que, con esfuerzo, han logrado salir del agua.

El mar es traicionero dice, mientras Su Yueying no deja expresar preocupación por acontecimientos como el ocurrido. También recuerda como hubo de ‘proteger’ a una persona migrante de la policía: «me preocupa que lleguen en oleadas, pero cuando te acercas a ellos y les hablas, sabes que son personas como tú», deja caer en su proclama humanista.

El corazón es una flor que se abre ante la luz del sentimiento.

Vacaciones en el mar de China

17.8.19

Día 17

No deberíamos ser como la roca sino como el agua que se amolda a su cauce para recorrer el camino del lecho del río, leo en la puerta de un templo camino del Festival de la Mala Rima.

Se trata de un evento destinado a la poesía imperfecta que escriben los malos poetas. Es el reflejo invertido del Parnaso cualquiera puede hacer versos sin mayor pretensión que extraviarse en el deleite de la poesía, libre de cualquier condicionamiento.

Allí he advertido la triste soledad de los feriantes, entregados a hacer felices a los demás desde su soledad sórdida, la que hace cerrar la fiesta cuando todos se van a dormir. Sus vidas son poemas disecados por la lírica de un trotamundos.

Vacaciones en el mar de China

16.8.19

Día 16

Esta mañana me he apresurado para ir al mercado local. Llegué con la urgente impaciencia del consumidor occidental y, de repente, tuve que detener mi mente.

Me paré en el puesto de Du y Chang a esperar mi turno y poder comprar algunas viandas mientras asistía curioso al regateo que practican en las compras las gentes locales.

El tiempo se detuvo entonces ante la parsimonia de estos vendedores que platicaban entre ellos y con los clientes en una tradición no escrita.

El coloquio varió, comenzando con el diálogo matrimonial de Du y Chang que no cejaban de hacerse reproches humorísticos y cotidianos de su relación, pasando a las cuitas y alegrías de la vida entera que parecía no tener nada que hacer el resto del día. Aquí el tiempo parece tener otro precio muy distinto, incrustado en el mismo paisaje abigarrado y caótico, como sin principio ni fin, parecen envuelto en algo permanente.

En la espera, Chang se refirió al calor que hacía esta mañana y que aguantábamos con paciencia «yo, vosotras y todos», para incluirme a mí.

Tras la odisea de la compra me fui a la playa a sumergirme en el agua azul. En el silencio de la profundidad pensé en la hondura del ser humano.

Vacaciones en el mar de China

15.8.19

Día 15

El verano es la metáfora de las cosas sentidas que caben en un bolsillo de la imaginación. Es el momento de aquello que creímos posible sin confesarlo. La canícula es un mapa estelar que dibuja todos los deseos incubados en el invernadero hiemal.

Y en sus noches, adornadas de una coral de grillos que interpretan el bel canto de los pobladores de estrellas, la conclusión es dulce como un arpa.

Vacaciones en el mar de China

14.8.19

Día 14

Los niños de Qiang juegan en el rompeolas. Qiang los mira mientras siente la extrañeza de ser padre, de saberse en otros cuerpos distintos a su cuerpo, tan próximos y a la vez tan lejanos.

Escuchó la vieja leyenda de que un padre es como un árbol al que le crecen ramas, a cuyas hojas le nacen alas para ser pájaros que se alejan.

Hijos, suyos, cuando él apenas ha dejado de ser el hijo amado de su padre que, igualmente, lo miraba desde la extrañeza de comprender a su hijo.

Qiang se sabe padre no porque haya razonado la descendencia de su biología, lo sabe por el constante zumbido de la prole que revolotea a su alrededor, entre necesitados y autosuficientes, aunque nunca conscientes de que el vuelo alcanzado fue impulsado desde un corazón vegetal.

Los niños van y vienen con las olas como estas mañanas certeras de verano. Lo siente tan dentro de sí que le duele no estar con ellos cuando él ya no esté, cuando no pueda fijar más su mirada en los ojos de los niños y hablarles con palabras que surgen de la savia del corazón.

Tomo el sorbo refrescante de una bebida y suspiro, igual que Qiang, ante el suspense de la vida.

Vacaciones en el mar de China

13.8.19

Día 13

El fantasma de los veranos anteriores recorre la orilla del mar de China, entre la bruma que ha regalado el día. Se escucha el crepitar de un eco de palabras que llega del calendario antiguo de las vidas que pasaron. La verbena y la fiesta que coronaron la belleza y la caricia anónima, sin causa conocida. La embriaguez sentida.

Inmortales las olas cuentan en armonía una canción de algas y pisadas sin prisa. Son las huellas del tiempo que navega como un velero con las velas de seda.

Las luciérnagas mustias se encienden ante mis ojos y me regalan una lectura bajo la bóveda oscura del silencio.

Vacaciones en el mar de China

12.8.19

Día 12

Las olas se han reído largamente hoy de los bañistas. Lui Chauchun se ha preocupado, con turbación de espuma, porque ha perdido de vista por un momento a sus dos hijos. La playa tenía como bandera la libertad de una cometa.

Ha sido un día familiar. A Xu Yueying la han visitado sus tres hijas: Guan, Yu y Zhang. Tres mujeres cargadas con la diversidad del destino a quien devuelve, cada día, optimismo y entereza como flor auxiliadora.

También ha regresado la octogenaria Du Qiuliang, ahora recogida en un centro para personas mayores, pero que no falta a su cita dominical para regar las macetas de su vieja casa ahora deshabitada. Brotes de plantas medicinales, olores de apaciguamiento y flores de afinidad, se recogen en su pequeño zaguán.

La tarde es una golondrina sin reposo que espera el vuelo de una noche de estrellas.

Vacaciones en el mar de China

11.8.19

Día 11

El día amanece teñido de azul vibrante y, como cada mañana, ejecuto el ritual de la sombrilla de playa. Clavo en la arena el tubo de hierro y la abro dispuesto a conquistar el paisaje milimetrado en píxeles de mayólica.

He ayudado a Xu Yueying a colocar las suyas y me ha expresado su gratitud con un: «¡Ay, las manos de un hombre!». Y en la frase he entendido que se refería a las manos que acarician, a las manos solidarias, a las que crean y levantan sus alas. No esas otras que golpean, a esas manos violentas y castigadoras, manos de verdugos sobre víctimas, torturadoras.

Al caer la tarde un vuelo de gansos en formación traza la geometría opalina del cielo. Se alejan y me alejo con ellos en la imaginación hacia el contorno del verano de polifonías calurosas. Un grupo de chiquillos lanza piedras que rebotan, dibujando ondas, sobre la superficie del agua salina, en gesto similar al que yo repetí hace tanto con el anhelo de que las piedras planearan sin hundirse hasta la infinitud.

Otro grupo de zagales llega renegrido desde los arrozales. Vienen heridos de una batalla de bolas barro a enjuagar su derrota. Ríen alegres como si la vida no pasara.

Vacaciones en el mar de China

10.8.19

Día 10

El viento de Poniente ha dibujado de escamas de peces la superficie de este mar de la China.

Wei Zifu, el tabernero, seca cada mañana sus tomates al sol. Calmo como una grulla, este hombre parece escuchar todas las confesiones de los parroquianos que acuden hasta su bodega. Nunca habla en voz alta y junto a cada consumición regala un poema. A mí me ha tocado uno que dice:

Abrir los ojos

de par en par
y buscar, a ciegas,
el sentido de la luz.


Al anochecer un geco escucha el llanto de las luciérnagas mientras el paisaje y los pensamientos se tornan brunos.

Vacaciones en el mar de China

9.8.19

Día 9

Escucho el canto de las libélulas y recuerdo aquel sonido familiar de otros veranos, ese sonar de las chicharras que, solitarias, en los campos de la infancia, recitaban juglarescas historias sin memoria. Entonces las fronteras se delineaban por trazos ambivalentes de fantasía e ingenuidad.

El océano era un pentagrama de líneas coloreadas donde se podían leer notas entusiasmadas y melodías de olas que interpretaban caballitos de mar cristalizados.

Nunca la vida ha vuelto a ser tan espléndida ni diáfana como entonces y ahora no hay ninguna respuesta bajo la bóveda de este cielo calmo y potenciador de tormentas.

La leyenda del pueblo aparece borrada y en sus calles no parece haber nadie más allá de las camisas de sus fantasmas oreándose al aire. Solo el crepitar de las estrellas rompe la mudez del momento.

Vacaciones en el mar de China

8.8.19

Día 8


El oleaje de las horas llena la orilla de ausencias. El mar del tiempo moja de recuerdos esmeraldas el rebalaje de la vida, la existencia líquida.

En tierra firme la gente se apresura a resolver sus pocos asuntos cotidianos.

Yu Xuanji hace tres días que se marchó a la capital.

Yu es una mujer ancestral que mueve hilos invisibles en la realidad de este lugar de veraneo.

Es capaz de tejer finalmente un bordado de relaciones encantadoras en su senectud, con delicado encaje y palabras amables, para todos los vecinos que pueblan el barrio. Su ausencia es el ojo enmudecido del sueño.

Ahora el crepúsculo cierra el día con escarchados juncos reflejados en el mar que ahonda su sentimiento de plenitud y de alejamiento.

Un geco me acompaña cada noche y caza mis pesadillas más atribuladas, esas que toman cuerpo en la encrucijada del ser humano actual. A veces, lame mis heridas y me acomoda en el sueño.