Ese es el nombre de una joven mujer nigeriana de apenas treinta años. Parió en el mar —cerca de la isla de Alborán— una niña a la quiso llamar Felicidad. Foco de atención de todos los medios de comunicación, a Judith lo que más le maravilló mientras estuvo internada en el hospital fue que de un grifo saliera agua corriente y con un interruptor se encendiera una luz, dos de los gestos más simples y cotidianos en esta sociedad.
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Judith
17.12.10
Ese es el nombre de una joven mujer nigeriana de apenas treinta años. Parió en el mar —cerca de la isla de Alborán— una niña a la quiso llamar Felicidad. Foco de atención de todos los medios de comunicación, a Judith lo que más le maravilló mientras estuvo internada en el hospital fue que de un grifo saliera agua corriente y con un interruptor se encendiera una luz, dos de los gestos más simples y cotidianos en esta sociedad.
En cambio los niños nativos de la era digital, esos que cumplen sus deseos a golpe de clic de ratón, son incapaces de valorar tanto prodigio. Definitivamente, caminamos hacia una sociedad mutilada, a la que le han extirpado su capacidad para valorar aquello que le rodea.
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