Corazón parado
18.10.20
Al despertar le dijeron que su corazón había dejado de latir. Algo inédito para él, un ser infatigable permanentemente activo. Al abrir los ojos observó un paisaje aséptico de objetos verdes, grises y blancos despersonalizados. «Un corazón late de media unas setenta veces y bombea cinco litros de sangre por minuto y al pararse, la sangre de los pies tarda bastante en subir a la cabeza». Los médicos habían practicado una incisión en su pecho para colocar un stent, una especie de muelle que volvía el corazón más mecánico y metalizaba los sentimientos. «Si mi corazón se detuvo durante un rato ha cesado de sentir y de amar y de afligirse y de exaltarse y de acelerase y de amustiarse». Su vida tras la angioplastia discurriría por la vía de la tristeza y el miedo a coger velocidad. Parecía que el mundo fuera más estrecho y los problemas más superfluos. Ahora vivía con un corazón anómalo.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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3 apostillas:
Sentimientos metalizados, es una idea muy buena. Y una sensación tan rara (pero real).
Saludos,
J.
Este hombre ha pasado a ser un ciborg por la combinación de su componente orgánico y la tecnología. En un futuro todos los seres humanos terminarán siendo ciborgs y se unirán en íntima mezcla lo psíquico y lo tecnológico. La fusión del hombre con la máquina dará lugar a otro tipo de literatura, a otro tipo de cuentos, a otro tipo de historias en que el ser humano orgánico exclusivamente será tan atávico como las cartas físicas o los molinillos mecánicos de café. Si yo pudiera unir ya mi parte biológica con otra tecnológica para potenciar mi nivel psíquico lo haría sin lugar a dudas.
Uf, es que usada el término corazón como romanticismo :-). Mi hijo lleva uno, por un infarto a una edad absurda, y lo que se le nota es su deseo de vivir y de amar acentuados :-)
Un abrazo
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