Cenicientos
7.10.20
Una de las imágenes que más tristeza me ocasionaba, en la época que cerraba las noches con el amanecer, era la de una mujer de rostro hermoso que parecía desencajada en aquel fresco que pintaban las madrugadas, dibujado con figuras diletantes de los últimos tugurios abiertos. Su mirada parecía decir que aquel no era su sitio. Después pude saber que esperaba a que su marido terminara de trabajar cuando cerraba el prostíbulo que gestionaba.
Etiquetas: historias, madrugadas, mujer, noches, prostíbulo
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3 apostillas:
Una espera tensa y complicada.
A saber que habrán pensado de mi aquella época en que llegaba del curro a las 4 de madrugada.
Uf, qué esposa de vida difícil.
Un abrazo
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