Preeminencia

10.7.10


Dicen que la compasión es el único sentimiento que no se posee en demasía. Y sin embargo el hecho de compadecerse implica un gesto oculto de menoscabar el valor del otro.

5 apostillas:

María dijo...

Pero, lo menoscabas en un momento en el que está tan caído, que siempre lo agradece.

Como la compasión es la capacidad de sentirnos próximos al dolor de los demás, sentir ese alivio, prima sobre que el menoscabo que sufre el valor de ese individuo ;-)

Muchos besos Francisco, sin menoscabo alguno

¡¡felices sueños!!

Joselu dijo...

No pienso que la compasión implique necesariamente menoscabo del que es objeto de ella. Creo que parte del sentimiento de igualdad de todos los seres del mundo y de la constatación de que el sufrimiento de los demás es también el nuestro. No exactamente porque no podemos sentir igual que el que sufre por alguna desgracia, pero sí hacer visible ese calor que nos lleva a compartir en parte ese sentimiento. Sin compasión el mundo sería atroz. La falta de compasión es una enfermedad, un endurecimiento del ánimo que embota el espíritu. Sin embargo, en ocasiones de catástrofes o guerras, el ser humano puede verse sobrepasado por el mal y la desolación y dejar de sentir como defensa ante la desgracia. Quizás la indiferencia sea también una reacción sana del ánimo para poder sobrellevar la realidad. Es un debate complejo y tiene muchos ángulos.

Juan Poz dijo...

La compasión es un atropello autoritario. Si no existe el con-sentimiento -en ese sentido empático-, porque hemos sido incapaces de inventar una palabra para una realidad imposible, ¿cómo es posible que exista la con-pasión, si ésta, la pasión, indica una exacerbación del sentimiento? Lo de "ponerse en el lugar del otro" es una sana aspiración, pero no pasa de ahí. Al margen de todo ello, hay personas dispuestas a ayudar a los demás en las desgracias que puedan sufrir, pero en modo alguno pueden bi siquiera aproximarse a lo que él otro está padeciendo, o gozando, que tanto monta. De ahí lo del "atropello", por fuerte que suene. ¡Guárdenme los dioses que no existen de los compasivos dispuestos a prohijarme con el derecho de quien sabe, ¡mejor que yo!, cuál es mi bien y mi conveniencia!
Contemplo con horror las hordas de psicólogos que como sacerdotes laicos se aprestan a socorrer con sus primeros auxilios psicológicos a quienes han padecido trágicas adversidades. ¡Ojalá no haya de verme en esas circunstancas dolorosas, pero, si así fuera, para mi desgracia, Fernando Fernán Gómez se reencarnaría en mí -no con compasión, sino con el gusto de quedarse a gusto- para ahuyentar a los psicochalecados con sus magníficas cajas destempladas, de imborrable recuerdo.

Ex-compi dijo...

La dureza de la vida, requiere a veces la compasión del otro, el dolor vivido nunca se puede comparar con el dolor contado, el desalojo psicológico es necesario aunque el otro sienta menosprecio de tú sentimientos...,

dgl dijo...

Si la compasión implica piedad, lástima, misericordia, caridad, clemencia...,si es un sentimiento de conmiseración, pena o lástima hacia quienes sufren penas, calamidades o desgracias: “es un pobre desgraciado que merece compasión”. Y la conmiseración es la compasión que se siente ante el mal ajeno. Por mucho altruismo, solidaridad, humanidad que conlleve la compasión, que la tiene, en el fondo también existe cierto grado de señalar al otro en el lugar que no quisiéramos estar y decir menos mal que no es a mí a quien le ha ocurrido.