Tengo un amigo que se queja de mal de amores. Siempre se lamenta de que no le va bien con las chicas. «Todos ligan menos yo», me dice. Y después remata su argumento con un «soy más desgraciado que el ‘Pupas’». Lo que te ocurre, le contesto, es que eres más delicado que los pavillos.
No sé a qué aspira mi amigo pero lo he visto descartar algunas mujeres que se han acercado a su vida en busca de algo más que sexo. Pero esta porque estaba rellenita, aquella porque era muy celosa, la otra porque es un poco pesada, la de más allá porque quiere un compromiso serio. Mientras está en la cresta de la ola no se acuerda de llorar pero en la bajada viene a mí como un perrillo con el rabo entre las patas.
Entonces es cuando más se le acentúa ese estado lastimero que amplifica el eco de su soledad. Lo veo envidar a los emparejados cómo si ese fuera el estado perfecto donde no se carece de nada: compañía, sexo, cariño.
Mi amigo es como un niño: siempre echa de menos lo que no tiene.
1 apostillas:
Tu amigo es cómo gran parte de la gente. La cualidad de querer lo que no se tiene no es exclusiva de lo niños, o quizás sí, pero en ese caso qué larga es la infancia...
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