Comienza un mes infame lleno de citas en restaurantes, bares y lugares de ocio. Me lo confirma la agenda de una persona conocida que me muestra, de manera triunfal, cómo todos los días de diciembre los tiene ocupados por compromisos sociales.
Día 2. Cena oficial de la empresa. Casa de comidas ‘La cumbre’.
Día 5. Cena extraoficial con los más colegas del curro. Taberna Vieja.
Día 6. Comida familiar.
Día 7. Almuerzo compañeros de la peña.
Día 8. Fiesta de Inma.
Día 9. Invitación a la comida empresas del sector.
Día 10. Aperitivo con las amistades del barrio.
Día 15. Refrigerio en la vinatería.
Día 16. Reunión en el ambigú de Carmen.
Día 17. Fiesta de la asociación benéfica.
Día 20. Salida en parejas.
Día 21. Copas con viejos compañeros de estudios.
Día 22. Unas cañas para celebrar que nos ha tocado la lotería o para consolación porque no ha tocado nada.
Día 23. Copita de anís y polvorón en la portería del bloque.
Día 24. Cena de Nochebuena.
Día 25. Comida de Navidad.
Día 26. Café para comentar cómo fue la Nochebuena.
Día 28. Mariscada con los compañeros de la cofradía.
Día 29. Comida de un choto en el cortijo de Julián.
Día 30. Cumpleaños de Pepe.
Día 31. Cena de Nochevieja.
Día 31. Cotillón de Nochevieja.
La cultura romana nos legó una colección de imágenes inolvidables, además de apreciables avances humanísticos y técnicos. Uno de esos clichés que siempre me vienen a la mente es ese cuarto especial llamado vomitorium, donde acudían, tras darse un atracón, para poder seguir comiendo. Lo de estos días parecen variaciones sobre el mismo tema.
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