Relatos vitales

16.8.06

Si pudiera escuchar, uno a uno, a todos los habitantes del planeta, podría saber al menos 6.000 millones de historias. ¿Y escribirlas luego?

Los viejos ‘blogueros’ nunca mueren

15.8.06

Dentro de cincuenta años quizás se pueda decir que los viejos ‘blogueros’ nunca mueren. Por ahora no, son todos tan jóvenes.

Caperucito Feroz y la Loba Roja

23.7.06


Este es un cuento a favor de la igualdad de género, en defensa de la coeducación y por un mundo donde los personajes de los cuentos populares cambien sus roles. Por ello Caperucito Feroz se convirtió en un personaje controvertido dentro de los cuentos clásicos, no sólo porque cambió de género al protagonista sino porque además asumió propiedades de su antagonista, el cual pasó a llamarse la Loba Roja.
Pormenorizados dichos asuntos puede comenzar el proceso narrativo que desarrolla este cuento, a la espera de que no existan otras interferencias que lo impidan. En especial, pienso en algunas que cuestionan el principio de autoridad del narrador y que pudieran derivar en una mala historia.
Había una vez un niño hiperactivo. Su padre, que quiso ser padre soltero, le había hecho una capa con caperuza para los días de lluvia y el muchacho la llevaba tan a menudo que todo el mundo lo llamaba Caperucito. Lo de Feroz vino después por lo cruel de la historia.
Un día, su padre le pidió que llevase unos pasteles a su abuelo que vivía al otro lado del bosque. El abuelo era diabético pero al padre de Caperucito le urgía cobrar la herencia, para lo cual ingeniaba estratagemas de cómo cargarse al viejo siempre abocadas al fracaso. Le recomendó que no se demorase en el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, no para él sino para los pobres animalitos que el niño mataba por el camino y, sobre todo, por la Loba Roja, una especie protegida por la leyes en peligro de extinción y que si el niño lastimaba el padre debería pagar una cuantiosa multa.
Caperucito Feroz se encaminó hacia la casa de su abuelito con la cesta llena de pasteles que, esta vez, eran sin azúcar. Antes el niño tenía que atravesar el bosque, un lugar siempre ejemplarizante por los personajes y las escenas que encontraba a su paso. Allí aprendió a diferenciar entre las relaciones sexuales de los humanos y de los animales, el porqué estaba de moda la piromanía, la caza de especies en vías de extinción y lo divertido que era disparar con gomero a todo lo que se moviera. En el bosque estaba como en su casa.
De repente vio a la Loba Roja que hacia régimen de adelgazamiento y estaba un poco esmirriada.
— ¿A dónde vas, loba? — le preguntó Caperucito con los ojillos vivos de niño que prepara una travesura.
— Hago ‘footing’ para adelgazar — le dijo a Caperucito.
— Cada día estás más flaca. Da asco verte — le soltó el niño.
— Y tú Caperucito dónde vas tan guapo.
— Voy a casa de mi abuelo a llevarle unos pasteles con arsénico que le ha preparado mi padre y que el viejo no se comerá porque sabe que mi padre anda detrás de la herencia. Y después jugaré a la ‘Game Boy’, pero cuando vuelva te preparas, anoréxica.
Caperucito puso su cesta en la hierba y comenzó a coger setas venenosas y pensó: «ahora tengo que cargarme al abuelo para que no me mande mi padre más a cuidarlo. Todas las tardes tengo que venir a atenderlo y me pierdo echar un partido de fútbol con mis amigos».
La Loba Roja se marchó sin decir nada pero imaginó que tanto Caperucito como su padre, cada uno por su cuenta, lo que pretendían era cargarse al abuelo. Entonces decidió ir a avisarle de las intenciones de sus familiares consanguíneos. El abuelo escuchó a la loba y resolvió que fueran pareja de hecho la loba y él, además de desheredar al padre y al hijo.
Al poco llegó Caperucito y se quedó pasmado cuando vio al abuelo y a la loba abrazados.
—Abuelito, abuelito, ¡qué haces con esa guarra!
— Niño eres un maleducado, hijo de la generación de Tarantino. Tú consideras que tienes todos los derechos y ningún deber, no tienes cultura y tu padre te ha malcriado dándote todo lo que le pides. Y además te crees que la vida es un videojuego.
— A mi padre se lo voy a decir.
— No te alteres — dijo la loba al abuelo —. Las cosas se resuelven con diálogo, sin violencia.
Caperucito Feroz cogió el móvil e informó a su padre de las intenciones de la pareja. El padre cogió su escopeta de furtivo y se presentó al instante.
Aquí debería finalizar el cuento porque puestas así las cosas, de seguir esto puede acabar como el rosario de la aurora o como una crónica de sucesos. Así que ahora, como narrador atribulado y cobarde, huyo de la escena y les pido, a ustedes, queridos lectores, que imaginen el final. O mejor que lo escriban.

Pie de foto

16.7.06


Alfredo había fotografiado, con su flamante cámara digital, cada segundo del tiempo de su existencia, cada detalle circundante durante los tres últimos días. Sus ojos no veían otra realidad que la revelada por el objetivo de su nuevo juguetito. Pero todo se precipitó la mañana que un aullido de su mujer le hizo salir del aislamiento fotográfico. Corrió hacia el cuarto de baño desde donde ella lo requería horrorizada.
—Mira un alien —le dijo. Alfredo sonrió.
—No es más que un insecto. Algo extraño, eso sí —le respondió.
—Pero se parece a alien.
—Las películas de ciencia-ficción copian el diseño de sus monstruos tras observar el mundo de los insectos —le detalló para sosegarla—. No te muevas que no se espante. Voy a por la cámara.
—Eso, lo único que te importa ahora es hacer fotos.
Alfredo volvió en un periquete y enfocó al extraño insecto con su cámara de 10 millones de megapixeles. Hizo un primer disparo y saltó el flash. Ocurrió entonces algo insospechado. Cuando el bicho recibió la luz de repente duplicó su tamaño. Se hizo mayor y cambió su forma.
—Oh! –exclamó.
—Arrrggg! —gritó ella con asco.
—Eso debe ser porque la luz aumenta la velocidad de duplicación celular —definió para apaciguarla. Existen microorganismos que al percibir un aumento de temperatura aceleran su cinética de crecimiento. Este debe ser sensible además a la luz.
Ante tal maravilla, Alfredo volvió a clicar su cámara. El insecto dobló su volumen y adoptó una nueva figura. Alfredo, perplejo y boquiabierto, separó la cámara de su rostro para ver el prodigioso acontecimiento. Su mujer corrió lejos del cuarto de baño para llamar al servicio de emergencias.
El asombro obligó al índice de Alfredo a disparar continuamente. A cada clic una nueva figura y un ser más colosal.
Al día siguiente fue portada de todos los diarios nacionales. Una foto retrataba una boca gigantesca y una negritud inmensa. Al pie se podía leer «La última foto de Alfredo». En el interior todo el reportaje.

Monogamia

15.7.06



A la oxitocina la llaman la ‘hormona de la monogamia’. Cuando las mujeres reciben un ‘contacto cálido’ de sus parejas como caricias, abrazos, mimos, masajes, suben los niveles de esta hormona que está relacionada, además, con la excitación y el orgasmo del hombre, y la elección de la pareja.



Dos filósofos

1.6.06



— Hay que ver cómo pasa el tiempo.
— Lo malo no es que es pase. Lo peor es cómo nos deja.



Rotura de flujo temporal

15.5.06



Dicen que se produce una rotura en la fluidez del tiempo, por ejemplo, cuando vemos repetidamente un vídeo de una situación emocional de nuestras vidas.



Desconcierto

14.5.06


No puede ser que el mundo vaya tan mal como dicen los pesimistas porque sino se hubiera parado. Tampoco va también como mantienen los optimistas, hay demasiadas evidencias en los desastres que ocurren. Muchas razones para creer en otra vida no hay. Tampoco certidumbres de que no la haya. Nuestra existencia es un eterna pregunta sin respuesta ¿qué es lo que pasa?

Descorazonada

13.5.06

Ella me confesó que no tenía corazón.
― ¿Qué fue de él? ― pregunté.
― Se lo di a los hombres para que se lo comieran.
― ¿Por qué lo hiciste? ― insistí.
― Porque a quienes quise, me lo dejaron inservible ― respondió con suma indolencia.

El Hombre de Vitruvio

12.5.06


Mi amigo Juan Pablo dice que es asimétrico. Tiene un ojo vago, un juanete en el pie de apoyo, una oreja más grande que otra y cada vez que se mide las manos su dedo corazón derecho es más largo que el izquierdo. Sus prácticas onanistas le desviaron el sexo hacia la izquierda. Por eso mi amigo es un descreído de la proporción áurea.

Masculineces

11.5.06


Hace meses escribí sobre las metamorfosis del nuevo hombre. Primero metrosexual, después metroemocional y por último vitalsexual. Ahora me entero que hay una nueva tendencia: el ubersexual. La definición de este último prototipo masculino tiene su miga: “hombres que se cuidan sin dejar de ser hombres”. Su icono George Clooney.
Vamos lo que se dice un hombre corriente de los que te encuentras todos los días en tu portal, en el hipermercado o en el trabajo.Es decir que los hombres estamos sometidos a continuas redefiniciones mientras nos llueven las etiquetas y los estereotipos.
Ya sabéis, chicos, el que quiere gustar que se ponga las pilas.

Vacilación

10.5.06

Trabajar en exceso lleva a la extenuación. Practicar la pereza conduce a la abulia. Cómo acertar con el punto de equilibrio.

Desprecio

9.5.06


Según algunos especialistas es predecible el futuro de una pareja. Basta medir el grado de desprecio que existe en la relación para vaticinar si seguirán juntos o no.
Despreciar a alguien equivale a su aniquilación y es algo que practican los grupos sectarios y ciertas religiones. Al parecer esa experiencia proviene de un uso ancestral de la tribu cuando separar a un individuo de la misma era casi como condenarlo a muerte. Atavismo que el ser humano no ha sabido desprenderse todavía.

Egoísmo solidario

8.5.06


Leo que a Bill Gate y a su esposa, Melinda Gate, les han concedido el premio príncipe de Asturias de Cooperación por su generosidad con países del mal llamado Tercer Mundo (de no ser que me demuestren lo contrario sólo reconozco un mundo).
Uno que es un mal pensado (el eufemismo ahora es llamarlo ‘políticamente incorrecto’) entiende que de generosidad nada, que se trata de dar una limosnita a los pobres para que no se mueran del todo.
De camino el todopoderoso Bill, a la vez que se sacude su conciencia, siembra para el futuro ya que piensa que en África y otras zonas pobres del planeta no hay ordenadores y es necesario irradiar su imperio para expandir las ventas.

La inmortalidad, el tabaco y el sexo

7.5.06

― Si fumas te vas a morir.
― Claro, acaso el que no fuma es inmortal. Estoy seguro que si eso fuera así nadie fumaría.
― ¿Y si fuéramos inmortales a cambio de no mantener relaciones sexuales?
― Entonces asistiríamos a más de un entierro, quién se iba a aguantar las ganas toda la eternidad.

La utilidad de lo inútil

6.5.06


Según la lógica de Lao Tse lo mejor en este mundo es confundirse con el terreno, ser un desconocido, no competir, no probar lo que vales, ser el último. Ser inútil y disfrutar de las cosas.
Esa distensión es interesante ensayarla a veces en la vida, incluso en las bitácoras.

Inquietud

5.5.06

¿Somos porque estamos o estamos porque somos?

Mitos

4.5.06

Entre las mitologías modernas más recurrentes está la del semáforo. Mi amigo Antonio cada vez que se detiene en un semáforo concreto dice que siempre se pone en rojo antes de que pueda pasar él.

Por más que le explique que el funcionamiento del cambio de luces se debe a una regulación programada, él insiste en su visión selectiva de la realidad.

Lenguajes

3.5.06

― Yo le he demostrado a mi jefe que soy una mujer con dos huevos que puede tirar adelante con el trabajo. Vamos que soy una tía cojonuda.

La memoria del mundo

2.5.06

Encontré sentado en un banco del parque a mi amigo Arsenio mientras meditaba. Tras saludarnos me contó en qué pensaba:«Apenas tengo una imagen de mis abuelos que murieron jóvenes, sí alguna que otra foto de mis abuelas. De mis padres más. Incluso algún vídeo. Las mías son numerosas y no digamos nada de las de mis hijos, alguno de ellos desde que estaban en el vientre de su madre.
Cuando pasen, digamos cien años, muchas familias dispondrán de un banco de memoria donde permanecerán archivados documentos gráficos y sonoros de varias generaciones.
Si un día despareciera el género humano de la faz de La Tierra quedarían almacenadas millones de imágenes nuestras dentro de las máquinas. Viviríamos como en ‘matrix’».