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Testamento vital

28.6.11




—El siguiente ―apuntó el empleado sin mirar.
―Hace pocos días que he llegado a Milán, y me encuentro con que un hermano mío se niega a ejecutar el testamento hecho por mi padre, tres años ha, poco antes de su muerte.
―Nombre ―preguntó de mala gana el hombre tras la mesa.
―Leonardo di ser Piero.
—¿No tiene apellido?
—Da Vinci.
—Qué trámite quiere realizar.
—El hombre es víctima de una soberana demencia que le hace sufrir siempre, en la esperanza de no sufrir más; y la vida le escapa mientras espera gozar de los bienes que ha adquirido al precio de grandes esfuerzos.
—Mire todo tiene un precio en este mundo. No se me ponga melodramático.
—La lujuria es causa de la generación. La gula mantiene la vida. El miedo o el temor la prolongan. El dolor es la salvación del organismo.
—Ese discurso me lo sé y no va a ninguna parte.
—Así como la animosidad entraña peligro para la vida, el miedo es causa de seguridad para ella.
—El deseo y no el miedo es quien plantea las mejores opciones.
—Los ambiciosos que no se contentan con el beneficio de la vida y la belleza del mundo, tienen por castigo el no comprender la vida y el quedar insensibles a la utilidad y belleza del universo.
—Son quienes más la aprecian.
—Quien no estima la vida no la merece.
—Y sin ganarla la poseen.
—Una vida bien cumplida es siempre larga.
—Todos vamos a parar al mismo sitio.
—Como un día bien empleado procura un dulce sueño, así una vida bien utilizada conduce a una dulce muerte.




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