Seguridad
2.6.19
Entra un ladrón al establecimiento con el rostro tapado y empuñando un arma blanca. Los ojos de la dependienta expresan el miedo atenazador del instante que parece transcurrir a cámara lenta. El caco le pide que le entregue lo más valioso que haya en el comercio. Ella accede y le entrega un espejo sin fondo donde cae y desaparece.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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4 apostillas:
Genial ese final. La dependienta vale un potosí
Un abrazo
¡Uno para cada uno de nuestros políticos narcisistas! ¡Ya!
Un juego de espejos que tiene como elemento acuático la literatura.
Es valioso porque no es ornamental, y tan pragmático como un atrapamoscas.
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