Betty

26.12.14



Herminia Betty es una mujer que nació hace treinta y cinco años en Cochabamba, una ciudad boliviana de más de un millón de habitantes. A sus espaldas lleva cuatro hijos y el abandono de dos maridos. Es de pequeña de estatura pero de gran corazón. Es tímida, casi retraída con las personas pero muy echada para adelante cuando se propone hacer algo. Cuida de sus hijos desde España, a los que no ve desde hace años mientras están a cargo de su madre. Trabaja con personas dependientes con calmo amor y dulzura. No se desespera, no protesta, no retrocede: parece incombustible al desaliento. Es educada, paciente y agradecida. Ese equipaje vino con ella a este país y un día se marchará con él. No su memoria que permanecerá entre quienes la han conocido. Yo la admiro, a ella y a todas las mujeres que son como Betty. Y quizás este aprecio sea el único premio o medalla al mérito al trabajo —como las falsarias esas que otorgan las instituciones a los famosos— que reciba, pero es sincero y agradecido. Todas estas ‘bettys’ merecen mi homenaje honesto.




1 apostillas:

Joselu dijo...

Betty probablemente es mejor persona que nosotros. Lo que lleva encima le hace fuerte para curtirse en la adversidad que no logro siquiera intuir en mi comodidad fofa navideña. No necesita un homenaje, ¿qué es un homenaje? Lo que necesita es un contrato laboral en condiciones que no sé si tendrá. ¿Qué es un homenaje? ¿Admiración? ¿Respeto? ¿Algo más? Betty hace lo que no hacemos los de aquí, acostumbrados a la sociedad del bienestar que adormece y nos llena de hastío. Ella pertenece a otra sociedad en que se vive a nivel de piel, con algo que no es generosidad sino sentido común. Para tener amor hay que darlo. Es una cuestión de vecinos. Yo no me hablo apenas con los vecinos. Nos ignoramos. Su vida me importa un pijo. Y la mía a ellos otro tanto. Nos hemos acostumbrado a no necesitar demasiado a la gente, pero llega un momento irremediable en que nos hacemos dependientes y nos meamos y nos cagamos encima y necesitamos a alguna Betty que venga a recoger nuestras deposiciones y aguantarnos nuestra amargura, curtidos en la cómoda deriva de nuestra vida aparentemente honesta e incontrovertida. Pero somos unos pequeños canallas. No moralmente. No es que pequemos, no es necesario creer en Dios para ser un pequeño canalla. Pequeño, no grande. Por favor no llegamos a ser grandes canallas. Lo nuestro es menor, no salimos de nuestra medianía ética en que desde la ventana de nuestra casa vemos el mundo en clave y creemos que somos algo interesante. Pero ahí está Herminia Betty nacida en Cochabamba para hacernos saber que nuestra exquisitez y nuestra ideología son lugares comunes.

Un abrazo, tenía ganas de escribir. Espero no haber sido pesado. O inoportuno.