—¿Es el presente el único territorio habitable, señor de Mello?
—El temor al futuro, o la esperanza en el futuro, es igual, son proyecciones del pasado. Sin proyección no hay futuro, pues no existe lo que no entra en la realidad.
—¿El abismo interior es el más profundo?
—Mira dentro de ti, entiende que existe un generoso reino de felicidad autosuficiente. Tú no lo habías encontrado antes dentro de ti, porque tu atención estaba volcada hacia las cosas en que crees, o hacia tus ilusiones con respecto al mundo.
—A veces el mayor espanto llega desde nosotros mismos.
—Es el miedo el que nos hace desear agarrar con las manos la felicidad, y ella no se deja agarrar. Ella es. Esto sólo lo descubrimos observando, bien despiertos, viendo cuándo nos mueven los miedos y cuándo nuestras motivaciones son reales. Si nos aferramos a los deseos, es señal de que hay apego.
—También está el temor ajeno, ese que nos inculcan.
—El miedo sólo se te quita buscando el origen del miedo. El que se porta bien a base de miedo es que lo ha domesticado, pero no ha cambiado el origen de sus problemas: está dormido.
—Llorar hacia adentro es ‘invisibilizar’ las lágrimas.
—Debes aprender a salir del campo del pensamiento y de la locución y emigrar a los dominios de los sentimientos, de las sensaciones, del amor, de la intuición.
—Igual nos sale el amor propio.
—El egoísmo es exigir que el otro haga lo que tú quieras. El dejar que cada uno haga lo que quiera es amor. En el amor no puede haber exigencias ni chantajes.
—¿Y en nuestro sentido de existir qué debe de haber?
—Debes descubrir qué es aquello que haces, no por la utilidad que te reporta, sino porque quieres hacerlo.
—¿Y cómo saberlo?
—Para recibir la revelación de la escritura tenéis que aproximaros a ella; para captar la revelación del silencio, debéis primero lograr silencio.
—¿Siempre andamos enojados?
—El responsable de tus enfados eres tú, pues aunque el otro haya provocado el conflicto, el apego y no el conflicto es lo que te hace sufrir.
—¿Cómo establecer relaciones que nos mejoren?
—El establecimiento de relaciones es sólo posible entre personas conscientes. Las personas inconscientes no pueden compartir amor.
—Hay mucha reverberación mediática en nuestras vidas.
—La aprobación, el éxito, la alabanza, la valoración, son las drogas con las que nos ha hecho drogadictos la sociedad, y al no tenerlas siempre, el sufrimiento es terrible.
—Parece como si las personas fueran objetos que se dejan y se cogen, de un lugar a otro.
—Lo malo es que la mayoría equipara la felicidad con conseguir el objeto de su apego, y no quiere saber que la felicidad está precisamente en la ausencia de los apegos, y en no estar sometido al poder de ninguna persona o cosa.
—¿Somos seres racionales?
—La gente asume erróneamente que su pensamiento se hace por su cabeza; de hecho se hace por su corazón, el cual dicta primera la conclusión, luego la cabeza provee el razonamiento que lo defenderá.
—Y queremos un mundo sin dolor.
—La gente que quiere una cura, siempre que sea sin dolor, son como los que están a favor del progreso, siempre que sea sin cambio.
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Diálogo con un gnóstico
23.6.15
Etiquetas: aforismo dialógico, Anthony de Mello
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