Bajo la lluvia

13.4.25


La noche es fría y lluviosa. Mientras conduzco veo cómo un perro, mojado y solitario, cruza la calle. ¿Por qué esa imagen me recuerda tanto al destino humano? 

El animal no corre. Camina lento como si ya no esperara nada de nadie, igual que si supiera que, al final, cada uno se enfrenta a la tormenta que le toca vivir.

En su andar torpe y resignado hay algo que se parece a todos nosotros: esa búsqueda ciega de un refugio que no siempre está, de un lugar al que pertenecer.

Debería haber frenado pero no frené.



3 apostillas:

Ulla Ramírez dijo...

Pobre perro, víctima de un exceso de "empatía". Es espejo y víctima a la vez.
¿Por qué el conductor no frena?. Hay un amplio abanico de posibilidades, todas dignas de un
buen estudio psicológico individual y social. Aquí lo dejo.

José A. García dijo...

El perro sabe que delante suyo también llueve y que, por lo tanto, correr no sirve para nada, por eso continúa su lento caminar.

Saludos,
J.

Joselu dijo...

El microcuento plantea un dilema ético y existencial al decidir no frenar ante un perro solitario que simboliza el destino humano: resignado, en busca de refugio y enfrentando su tormenta. La acción trasciende lo técnico para adentrarse en una reflexión moral y filosófica. ¿Es un acto deliberado, un fallo ético o una aceptación del destino inevitable? La decisión evoca la paradoja del tranvía, cuestionando si priorizar la seguridad justifica el sacrificio. Este gesto ambiguo refleja la soledad y fragilidad compartidas entre humanos y animales, dejando abierta la pregunta sobre la agencia moral de quien conduce y su conexión con el destino.

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Respuesta de Perplexity: pplx.ai/share