Competencia insana

20.3.21



Señala Pablo Lipnizky: «Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. La gente educa para la competencia, y la competencia es el principio de cualquier guerra», o de cualquier disputa que nos enfrenta. Por eso prefiero participar sin competir a competir contra el otro y evitar las consecuencias frustrantes de la derrota. La única competición sana es la superación propia.



2 apostillas:

Joselu dijo...

Pienso que la competencia no tiene por qué ser la raíz necesariamente de la guerra. En los Juegos Olímpicos de la Antigüedad ya había competencia y eso era bueno, igual que había competencia por el esplendor en las ciudades griegas y entre los diferentes filósofos. La competencia tiene tanto efectos positivos como negativos. Si en un momento determinado no quisiéramos ser los primeros o los mejores, el mundo retrocedería. Estoy leyendo un libro sobre genética y soy consciente de la durísima pugna científica entre los diferentes investigadores por ser los primeros. El descubrimiento de la doble hélice del ADN fue obra de cuatro investigadores que pugnaron entre sí para llegar a la resolución del enigma. La humanidad no hubiera progresado sin el espíritu competitivo. Incluso las vacunas contra el coronavirus han sido producto de dura competencia entre diferentes laboratorios de todo el mundo. Y eso ha traído que dispongamos de las vacunas mucho antes de lo que cabría pensar. El intento de igualación de que todos somos lo mismo solo puede llevar a la mediocridad, algo así como le pasa el sistema educativo español. Pienso que hay que primar la excelencia, que debe ser un valor reconocido.

francisco m. ortega dijo...

Aristóteles: «Somos lo que hacemos repetitivamente. La excelencia entonces, no es un suceso sino un hábito».