Calamidades
12.3.21
Etiquetas: aforismo, pesimismo, pronóstico
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Etiquetas: aforismo, pesimismo, pronóstico
Escribimos para no dejar de ser quienes somos.
G. Deleuze:
«Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo...»
Thomas Szasz:
«Si tú hablas a Dios, estás rezando; si Dios te habla a ti, tienes esquizofrenia. Si los muertos te hablan, eres un espiritista; si tú hablas a los muertos, eres un esquizofrénico»
Marco Aurelio:
«Toma sin orgullo, abandona sin esfuerzo»
Albert Camus:
«La gente nunca está convencida de tus razones, de tu sinceridad, de tu seriedad o tus sufrimientos, salvo sí te mueres»
Charles Caleb Colton:
«Hasta que hayas muerto no esperes alabanzas limpias de envidia»
León Tolstoi:
«A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa»
Voltaire:
«La duda no es un estado demasiado agradable pero la certeza es un estado ridículo»
Mahmoud Al-Tahawi:
«La perfección es el pecado de los vanidosos. La torpeza la virtud de los indefensos»
Fénelon:
«Huye de los elogios, pero trata de merecerlos»
Antón Chéjov:
«Las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio»
Bukowski:
«Que no te engañen, chico. La vida empieza a los sesenta»
3 apostillas:
Los peores pronósticos se cumplen cuando los optimistas minusvaloramos las limitaciones de nuestra ceguera habitual.
Me reconozco como radicalmente pesimista, a diferencia de Juan Poz que lo es en el campo del optimismo. Es algo que viene en el hardware y no se puede hacer nada al respecto. Mi percepción es que los pesimistas suelen tener más razón que los optimistas. Recuerdo un relato de mi querido Álvaro de Laiglesia cuando en uno de sus cuentos presentaba a un japonés yendo en su coche un día de agosto de 1945. Estaba evocando con fruición su suerte a nivel de familia, los negocios, su vida personal, la relación con su pareja, su bienestar en general espléndido y por ello daba gracias a la fortuna, a los dioses o al destino. Nuestro amigo estaba en la cumbre de su euforia cuando un seis de agosto en Hiroshima cayó encima de él una bomba atómica que acabó con sus pensamientos. Reconozco que me reí de lo lindo.
No la he leído, Jose, pero John Updike tiene una novela en la que se cuentan las historias de dos familias que acaban encontrándose en un choque automovilistico mortal... Azar, seguro Azar...
Publicar un comentario