Asombrados

29.11.20



Eligió como oficio ser cazador de sombras y a lo largo de su vida profesional persiguió y atrapó miles de ellas. Las clasificaba según su forma, tamaño y peso, si eran humanas, animales, vegetales o de cosas. Las buenas sombras las daban los árboles y las más asequibles eran las chinescas, mientras la más delicada resultaba ser la sombra de ojos y las más escurridizas las sombras invisibles. Luego estaban las pálidas sombras lunares, las de colores y las diminutas sombras del átomo. Consiguió un mundo sin sombras después de encerrarlas todas en un agujero negro, pero su hazaña quedó ensombrecida cuando, con malasombra, su sombra escapó de la cacería.



2 apostillas:

Joselu dijo...

Hermoso microrrelato de sombras, plenamente poético.

Albada Dos dijo...

Magnífico onirismo, aunque acabe sin su propia sombra

Un abrazo