Tareas
2.8.20
Mientras extendía los brazos con las palmas de las manos enfrentadas para ayudar a su abuela a ovillar la madeja, pensaba que ese gesto era como liar el mundo: con cada vuelta una pelotera mayor.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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3 apostillas:
Ya sabrá arreglarse el mundo solo, con o sin humanos sobre él.
Saludos
J.
Lo hice pocas veces, pero aún recuerdo el vaivén rítmico entre las dos palmas de las manos. Nuestros hijos ya no entenderán lo que queremos decir.
MI madre nos tenía clasificados por apto o no apto para llevar ese ritmo que indicas, Joselu, y a mí me encantaba, siempre estaba dispuesto para ese tipo de labores...Siempre he dicho que mi profesión truncada ha sido siempre "Mis labores"; pero no me crucé jamas con ninguna rica que se volviera loca por mí, si no...
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