Paralogismo

12.8.20





La mañana era parca en presencias cuando apareció el primer cliente conocido.
—Tú me dirás qué quieres.
—Lo de siempre pero renovado.
—No me pidas cosas raras en el desayuno.
—Lo raro hoy es normal mañana.
—Qué me quieres decir —protestó ante el asiduo amigo.
—Antes los hijos se marchaban jóvenes de casa. Después se quedaron en el hogar bastante tiempo.
—¿Y?
—Y ahora vamos a ser los padres quienes nos iremos —y se echó al gaznate un largo tragó de café.




2 apostillas:

Joselu dijo...

Esto es muy mediterráneo porque en sociedades escandinavas o nórdicas no es así, y a los dieciocho años los jóvenes se van de casa ayudados por el estado en sus estudios y en su residencia. La familia española tiene cualidades que la hacen singular, supongo que la italiana es semejante. Protección a los hijos hasta los cuarenta años o más. Es más cálida y acogedora que la sueca en que se pierden los ligámenes familiares. Allí uno vive solo desligado de la familia de origen, y se tiende a morir solo en un apartamento. No obstante, aquí también se recluye a los ancianos en residencias cuando no se les puede atender. El modelo sueco y el español son muy diferentes.

Juan Poz dijo...

Irse de la "propia" casa, ¡jamás! ¡Como si no se hubiera conseguido sino con privaciones, sudor y esfuerzos continuados...! Aún recuerdo la emoción de los versos de Walther von der Vogelweide, un minnesänger alemán, cuando se alegraba de tener, ¡por fin!, tras una vida errante, casa propia...