Frotando
6.11.19
Tantas veces afronto el blanco de la pantalla para escribir una entrada en este blog buscando una idea redentora o un juego de palabras, sin saber qué voy a escribir. En los momentos que la desazón me puede porque nada me alumbra, me levanto y me voy a lavar los platos para atenuar mi frustración. Mientras lucho por despegar la grasa de la vajilla, mi mente se relaja y comienza a dibujar un bosque de ideas hasta devolverme a la pantalla y vencer su blancor. Esta noche no, esta noche de nada me ha valido enjabonar y limpiar los platos sucios, colocar el menaje, fregar la encimera o abrillantar la cubertería, porque he salido de la cocina lo mismo que entraba.
Escribir es, a veces, una tarea cotidiana para limpiar la mente, despegando de las neuronas esa mugrienta grasa que nos mancha de nada.
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4 apostillas:
Pudiera ser que escribir sea el estropajo de las neuronas. Un abrazo
¡Qué infravaloradas están, incluso por el feminismo, esas altas tareas higiénicas! Yo que aspiré a ser "amo de mi casa", empatizo totalmente con el poder facilitador de esas labores domésticas. ¡Que me den una cocina al acabar una reunión de navidad, por ejemplo, y en ningún otro lugar me sentiré más libre y abstraído y fértil intelectoramente!
Así la historia de este post es cómo se escribe un post cuando no hay inspiración aparente. Y el resultado puede ser incluso mejor que otros días supuestamente más inspirado porque nos muestra tu lado humano frente a la idea desnuda.
Maestría hace falta ambas actividades. Qué desagradable olor a rancio deja la grasa mal fregada al secarse. Cómo se notan las puntadas en las palabras mal hilvanadas. Menos mal que tenemos con qué deleitarnos.
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