Al atardecer

1.5.12




—Un atardecer siempre es hermoso, señor Rogers, al menos a mí me lo parece ahora sentando en este banco y con el rostro regado de sol.
—Las personas son tan hermosas como las puestas de sol, si se les permite que lo sean. En realidad, puede que la razón por la que apreciamos verdaderamente una puesta de sol, es porque no podemos controlarla.
—Hay tantas cosas que no controlamos. El sentimiento ajeno, por ejemplo.
—Una persona, al descubrir que es amada por ser como es, no por lo que pretende ser, sentirá que merece respeto y amor.
—¿Importamos a los demás?
—Me siento conmovido y realizado cuando entreveo el hecho, o me permito la sensación, de que a alguien le importo, de que me acepta, me admira o me alaba.
—Ocurre entonces, lo ha percibido...
—No es frecuente que tenga lugar un encuentro personal tan profundo y mutuo, pero estoy convencido de que si no ocurre de vez en cuando, no vivimos como seres humanos.
—¿Y por qué no lo hacemos siempre? ¿Qué es necesario descubrir?
—La curiosa paradoja es que cuando me acepto exactamente como soy, entonces puedo cambiar.
—Eso es una singularidad que nos trae de cabeza a los seres humanos.
—Me doy cuenta que si fuera estable, prudente y estático; viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales, porque ese es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante.
—Eso para muchas personas es temerario.
—Descubro cada vez más que estar vivo implica arriesgarse, actuar sin una certeza absoluta, comprometerse con la vida.




15-M Al pueblo en la calle, no hay nadie que lo calle »

«Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado» Margaret Mead

1 apostillas:

Míkel F. Deltoya dijo...

"Descubro cada vez más que estar vivo implica arriesgarse, actuar sin una certeza absoluta, comprometerse con la vida"

Deberé apuntarlo en mi pared... me viene como anillo al dedo.
Un fuerte abrazo, Francisco