Uno de los tópicos culturales de la República romana era la denuncia de la corrupción del tiempo presente -o tempora, o mores- , recogido en las Catilinarias de Cicerón. De oídas sé, porque se lo escuché a un filósofo tabernario y catedrático universitario, de la existencia de un opúsculo sobre la putrefacción del tiempo, atribuido a un filósofo ruso, Ilich Iovchuk —si la memoria no me falla—, quien teorizaba sobre que es la degeneración temporal la causante de la autolisis existencial, la ruptura de los tejidos emocionales y la consiguiente extinción.
15-M:«Plantemos lechugas en los despachos»
1 apostillas:
Si vemos al pasado como muerto, al presente pudriéndose... no sé si ver al futuro como vivo, muerto o pereciendo.
Publicar un comentario