Arañó el borde de la aurora con una gubia. Lo metió en un trozo de pan negro y se desayunó, como todas las mañanas, con la ilusión de la luz.
Buen apetito
20.3.11
Arañó el borde de la aurora con una gubia. Lo metió en un trozo de pan negro y se desayunó, como todas las mañanas, con la ilusión de la luz.
Etiquetas: cuentos diminutos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 apostillas:
Mmmmmmm ¡¡qué rico, Francisco!!
Verás, lo mío no es tan bueno, pero para que veas lo bien que ceno a veces...abro el frasco de la mermelada casera FRANCISCO, meto la cucharilla hasta el fondo, la saco rebosando de mermelada jugosa con trocitos de aurora, ilusión y luz...la esparzo sobre una galleta y me la como mientras me tomo un vaso lleno de ingenio, a veces filosofía, a veces como hoy, ternura dulce templada y me voy a dormir:-)
Gracias, un beso graaaande FRANCISCO.
Luz asombrada y asombrosa... ¡Ah, el poder poético de "gubia"!
Excelente, Francisco. Poesía quintaesenciada.
Pues sí que tenía hambre...
Besoss
Publicar un comentario