Mendigo

16.8.09




Aquel hombre sentado en el suelo de una calle céntrica, mugriento y pedigüeño, no quería dinero. Escrito a mano, con trazos de ansiedad, sobre un trozo de cartón se podía leer: dame tiempo.



3 apostillas:

María dijo...

Es verdad,
Hoy, es el tesoro más grande que existe, y se nos escurre, como agua entre los dedos.
La mejor manera de querer a alguien, es darle tú tiempo.

Un beso

Maria Coca dijo...

Genial.

Algo para contar dijo...

Más que genial.