Obstinados

14.4.06




Samuel Beckett rechazó en 1969 el Premio Nobel de Literatura. Nada más enterarse dijo: «¡Dios mío, qué desastre!». Defensor de su intimidad, mantuvo a distancia los cenáculos literarios y los circuitos editoriales. Pesimista y subversivo, Beckett se alejó del mundanal ruido. A partir de hoy jueves numerosos actos recordarán el centenario de su nacimiento algo que, a buen seguro, no le hubiera hecho mucha gracia. Algunos seres humanos incapaces de sacar conclusiones de las enseñanzas del escritor, se obstinan en repetir errores.



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