La pasada semana mientras intentaba colocar un comentario en la bitácora recibí la visita de un extraño personaje:
― Buenos días.
― Buenos tenga usted. ¿Qué desea?
― ¿Es usted el dueño de esta bitácora?
― Bueno, tanto como el dueño…
― ¿Es usted Francisco M. Ortega Palomares?
― Hasta la presente sí.
― Pertenezco al Ministerio de Tecnología y Ciencia. Al cuerpo de inspectores de nuevas tecnologías. Sección bitácoras.
― Usted dirá.
― Voy a hacerle una inspección de la bitácora.
― ¿Es obligatorio?
― Obligatorio y necesario. Va siendo hora de poner orden a todo este desbarajuste que se traen ustedes entre manos.
― Oiga que yo actúo por mi cuenta.
― Eso es lo que dicen todos pero hemos descubierto que existen nexos entre algunos ‘bitacoristas’.
― ¿Y tiene que empezar por mí?
― Está usted en la lista de los más sospechosos.
― ¿Sospechoso de qué?
― Es usted un ‘bloguero’ de dudosa presencia en el ciberespacio. Se le acusa de cargos como:
No escribir textos objetivos
Hablar de cuestiones personales
Adjetivar las oraciones
Repetir más de 30 veces la palabra ‘corazón’ en el último año
Hacer críticas intempestivas al orden establecido
Abusar compulsivamente de la imaginación
Tener déficit de contenidos científicos
Falta de vínculos a otros ‘blogs’ prestigiosos
Escasez de referencias al mundo de las bitácoras
No criticar otros ‘blogs’
No ser un ‘geek’
― ¿Me va a multar?
― No, le vamos a suspender de bitácora y sueldo un mes. Si no cambia de actitud nos veremos obligados a quitarle el carné de ‘bloguero’.
― Me está usted asustando. ¿Se puede presentar una reclamación?
― No, porque no existe ni la Oficina de Reclamaciones de Bitácoras ni el Defensor del ‘Bloguero’.
― Entonces estoy perdido.
― Lo está.
6 apostillas:
El delito más grave es sin duda: "Falta de vínculos a otros ‘blogs’ prestigiosos". La blogosfera se está convirtiendo en un: te enlazo si me devuelves la visita y en círculos cerrados de blogs populares. Como la vida misma.
Bueno Mar, siempre nos puede quedar algún afecto sincero y desinteresado.
Sí mar, menudos trueques, me caen fatal.
No me enlacen por favor
Sí, claro, siempre hay afecto... pero la reciprocidad aristotélica es fundamental para cultivar la vida en la blogosfera.
Más que de reciprocidad hablaría de generosidad. Dar de lo que uno tiene.
Si el escritor de 1984 hubiese adivinado la existencia de bitácoras, los agentes de la policía del pensamiento tendrián un blog. Goldstein infunidría su revolución ficticia por la red y wiston habría sido encarcelado tras comentar en un blog contrario al ministerio del amor...
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