Ella estaba casada y tenía una hija. Él también lo estaba y era padre de dos niños. Ambos llevaban unidos a sus parejas un tiempo casi similar y un proceso paralelo de ‘normalización’ matrimonial (*).
El azar los reunió. El amor les dio alas y mantuvieron una relación secreta y pasional durante muchos años, sin deshacer ninguno sus primigenias parejas. Al final se les gastó el amor y cada uno continuó con su vida.
(*)Eso que llaman fases del amor: enamoramiento romántico que suele durar un año; la etapa madura de vivir juntos, tener hijos y hacer proyectos; y el último ciclo de consolidación donde prevalece la complicidad, la amistad y el cariño. Después de estas tres fases hay quien dice que es mejor cerrar los ojos.
Fieles
7.3.06
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