Malgastada

27.1.25

 

Sabemos que lo que nos mata es estar vivos pero hay quien muere sin haber vivido.



2 apostillas:

Joselu dijo...

El aforismo “Sabemos que lo que nos mata es estar vivos pero hay quien muere sin haber vivido” plantea una reflexión existencial cargada de dramatismo y juicio implícito sobre el "aprovechamiento" de la vida. Sin embargo, este enunciado puede ser rebatido desde una perspectiva más humilde y comprensiva, que reconozca la diversidad de experiencias humanas y evite caer en una postura de soberbia al juzgar la vida de los demás.

En primer lugar, la afirmación sugiere que existe una forma "correcta" o "auténtica" de vivir, lo cual es problemático porque reduce la riqueza y pluralidad de las vidas humanas a un único criterio subjetivo. Cada persona vive conforme a sus circunstancias, valores, deseos y limitaciones, y no existe un estándar universal que determine qué significa "haber vivido". Para algunos, vivir plenamente puede implicar viajar por el mundo o perseguir grandes sueños; para otros, puede ser encontrar paz en la rutina diaria o disfrutar de pequeños momentos con seres queridos. Juzgar si alguien ha "vivido" o no desde una perspectiva externa sería una forma de arrogancia, ya que nadie puede comprender completamente las complejidades internas de otra persona.

Además, el aforismo parece ignorar que todas las vidas tienen valor intrínseco, independientemente de cómo sean percibidas desde fuera. Incluso aquellas vidas que podrían parecer "insignificantes" o "no aprovechadas" según ciertos parámetros pueden estar llenas de significado para quienes las viven. Por ejemplo, Emily Dickinson vivió recluida en su hogar y escribió poesía que apenas fue conocida en su tiempo; sin embargo, su obra ha trascendido como una de las más profundas reflexiones sobre la existencia humana. Esto demuestra que no podemos medir el valor o el impacto de una vida basándonos únicamente en criterios externos.

Finalmente, la idea de que alguien "muere sin haber vivido" también implica un juicio moral sobre cómo debería enfrentarse la existencia. Sin embargo, cada persona tiene derecho a definir su propia relación con la vida y la muerte. En lugar de juzgar si alguien ha vivido "suficientemente", sería más enriquecedor adoptar una postura empática y aceptar que cada vida es única e irrepetible. Como bien señala el taoísmo, la vida fluye como un río, y cada uno encuentra su camino dentro del gran curso del universo.

En conclusión, aunque el aforismo busca provocar una reflexión profunda sobre la vida y la muerte, resulta limitado y potencialmente soberbio al emitir juicios sobre cómo otros deberían vivir. La verdadera sabiduría radica en aceptar y valorar la diversidad de formas de existir sin imponer criterios externos ni pretender medir lo inmedible: el significado personal e íntimo de cada vida.

Ana dijo...

Yo creo que venimos a la vida a experimentar por lo que malgastarla es imposible, nos iremos tras haber hecho muchísimas cosas. Al hacer balance alguna nos dará especial satisfacción, también habrá casos en los que hemos perdido la oportunidad de hacerlo mejor, nada grave, solo se trataba de explorar posibilidades y aprender algo.