Exposiciones

14.10.22



Contemplo las fotografías de las grandes genialidades literarias. Mi mirada se detiene un momento reflexivo en sus rostros y pienso que si no supiera quiénes son, no serían más que unos anónimos y desconocidos sujetos, habitantes de este mundo, a las cuales no he conocido personalmente ni me ata vínculo afectivo alguno. Jamás me crucé con ellas en la calle, ni tropecé al entrar en el transporte urbano, ni coincidí en el despacho del pan o haciendo cola para resolver un trámite administrativo. No tuve ni una discusión vecinal o una mirada sospechosa al cruzarme en un pasadizo, o un prejuicio por su mala pinta, ni tan siquiera jamás nos dimos unos buenos días. Es así, mientras los miro percibo que son seres humanos ajenos a mi vida, daguerrotipos de personas excepcionales en su oficio con las que nunca compartí alguna latencia cotidiana. ¡Ah! pero sus textos sí, su hermosa y profusa producción literaria.



4 apostillas:

Joselu dijo...

Tal vez nuestra admiración se fundamenta en que no los conocemos personalmente, que no nos cruzamos con ellos, que no nos tomamos una cerveza juntos, que su lado humano e íntimo nos son lejanos. No nos vemos influidos por su humanidad, siempre desconcertante.

Juan Poz dijo...

La teoría de la "cancelación" reinventa de otra manera esa ausencia de contacto para convertirla en rechazo de cuanto no se ajusta ce or be a la corrección política de la que, me atrevo a decir, jamás saldrá ni una de esas genialidades...

Erik dijo...

A veces cuando cada mañana me pierdo en mi paseo cuando están poniendo el sol me cruzo al rato con gente que no he visto nunca, claro que este pueblo mío se llena de turistas cada día unos de lejos por los idiomas, u otros de mas cerca. Y entonces es cuando pienso con estos últimos que quizás podría haberlos leído mas de una vez pero no los reconozco.

Anónimo dijo...

Leernos las solapas, ese es el gran cometido de la literatura (y observar el rostro de aquellos que nos indujeron a amar lo solapado).