'Low cost'

26.6.22

 



Acababa de facturar la maleta en una máquina de autoservicio del aeropuerto y se sentó a esperar el momento de su partida. Observaba distraído los vídeos que aparecían en una aplicación de su móvil, cuando un joven se acercó para ofrecerle un pasquín. En la hoja se informaba sobre las demandas de las personas que trabajaban para una línea aérea y se anunciaba un paro. Cogió el papel con desconfianza y lo ojeó de manera rápida hasta que su mirada se detuvo en la palabra huelga. 

—¿Cuándo comienza la huelga? 

—Hoy —le respondió con energía—. Pedimos una mejora salarial porque nos están pagando una miseria por hora trabajada. 

Esbozó una mueca expresando un gesto de asentimiento hipócrita con la demanda que le planteaba y mientras el hombre se alejaba, recordó que él viajaba con esa compañía, famosa por ser de bajo costo. Le incomodaron, de pronto, dos pensamientos: el fastidio de que suspendieran su vuelo y que aquella reivindicación, si era atendida, desencadenaría una subida de precios. 

La llamada por megafonía para embarcar lo sacó de su reflexión contrariada. El viaje fue plácido. Aterrizó y volvió a casa donde le esperaba una carta sobre los planes que su empresa había decido ejecutar, reduciendo costes con menos personal.

1 apostillas:

Joselu dijo...

Este es un texto literario que desarrolla el tema "donde las dan, las toman", es circular y implica una enseñanza moral. Sin embargo, yo creo que hubiera ganado sin dicha enseñanza moral, de modo que el hombre que no ha manifestado ninguna identificación con los motivos de los huelguistas, hubiera llegado a su destino y hubiera seguido su vida habitual. Esa es la realidad más común. En todo caso, si nos identificáramos con todas las injusticias del mundo, no sabríamos cómo actuar. Esa ropa de Primark que compran mis hijas, esos vuelos baratos, esos huevos de gallinas esclavizadas, esa carne producida industrialmente, esos móviles que se alimentan de materias extraídas a sangre y fuego de la República Democrática del Congo mediante la explotación más brutal, esos productos financieros que se basan en la extorsión a los países más pobres, la esquilmación de los mares del mundo para llenar nuestros congeladores, las mareas de refugiados -más de cien millones en el mundo-, nuestras acciones perjudiciales para el calentamiento global. El ser humano se siente culpable, es culpable, de todo y no puede hacer nada eficaz para remediarlo.