Relato soñado

12.6.22



Avanzaba hacia el final del cuento, agitada y satisfecha, sintiendo una emoción de plenitud tras escribir un texto que rozaba la perfección, original y nuevo. A punto de anotar la palabra ‘fin’, el fluido eléctrico falló y se sintió rodeada por la oscuridad. Era como que darse en blanco, pero al revés. Pensó: «no te pongas nerviosa, la electricidad volverá y con ella las palabras escritas». Los primeros instantes permaneció sentada y quieta, hasta que las sombras se aclararon ayudadas por el reflejo lunar que entraba por el ventanal. Sus pensamientos pasaron del calor al frío y otra vez al calentamiento. Se lamentaba que esto le estuviera ocurriendo a ella y se culpó por no haber ido archivando su creación. Después se tranquilizó porque el programa debería tener copias de seguridad y casi en su integridad podría rescatar el relato. 

Cuando sus ojos se adaptaron a la semioscuridad buscó una linterna para moverse dentro del apartamento que no encontró porque alguien la había cambiado de lugar. Miró entonces a través de los cristales. Todo quedó silencioso y en tinieblas durante unos segundos que parecieron eternos hasta que, de repente, se hizo la luz y ese fogonazo le hizo bajar los párpados por el dolor que le causaba tanta claridad. 

Seguidamente reinició su ordenador y vio con satisfacción como todo volvía a estar bien, sus proyectos, programas y aplicaciones. Buscó el trabajo y no lo halló, desesperada consultó con un amigo informático para que le ayudara y no obtuvo solución. 

Los estados anímicos por los que pasó fueron desde el desconsuelo hasta la desesperación, pasando por estar deprimida y renegar de la escritura. 

Era su narración soñada.



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