Acrobacias

19.6.22



Acudió al festival aéreo con la convicción de que vería un gran espectáculo. Madrugó para coger sitio en la playa, un lugar estratégico a ser posible. Desde que leyó El principito, el mundo de los aviadores había sido muy sugerente para él. Imaginaba volar sobre los mares azules, los desiertos amarillos, las selvas verdes y las blanqueadas cumbres. Sentía tanta admiración por las aeronaves como miedo a despegar sus pies del suelo, por ello no perdía oportunidad de acudir a las exhibiciones de las máquinas voladoras. 

Aquella mañana el sol no terminó de salir, al contrario, un denso banco de niebla ocupó los largos kilómetros de la ribera. El agua del mar igual que una balsa de aceite y ni una pizca de brisa, hacían presagiar un mal desenlace. 

La espesura de la neblina casi oscureció el día y era imposible distinguir a alguien. Oía su voces lejanas y desnortadas sin ver nada. Después ruido de motores, ovaciones y aplausos, pero él seguía sin poder observar qué pasaba. Primero sintió ahogo, más tarde frustración y, al final, hundimiento por no saber escapar de esa realidad borrosa y laberíntica. 

Cuando la bruma desapareció los rayos solares comenzaban a sucumbir por el horizonte marino y en la costa no quedaba nadie. Agotado volvió a casa. 

Al llegar a su barrio le recibió una enorme pancarta: ‘Exhibición y concurso de vuelos acrobáticos con aviones de papel’. Su rostro se iluminó.



2 apostillas:

Joselu dijo...

Brillante juego literario con sorpresa final.

Recomenzar dijo...

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