Poetas

16.9.20



Nadie elabora a diario algo exquisito, profundo y sentido como debe ser un poema, pero acuesta a los niños, pone la mesa, activa la alarma de sus sueños, va y vuelve en el transporte público, estornuda en las frías mañanas, pierde el pelo, padece insomne las noches de abandono, la taquicardia de sus denuedos, ese dolor de pecho que le oprime hasta el miedo, agita su pesadumbre de los hijos lejanos, siente la frágil depresión de haber vivido, el sórdido modo de ganarse la vida, la injusta medida de su realidad, estira las camas, anhela buenas nuevas que no llegan, habla en soledad de sus angustias, saca las preocupaciones de su monedero, sopesa la incomprensión del sentimiento ajeno, musita la conciencia de los días que pasan raudos y recita, sí, su poema de vida, poeta de la unívoca emoción de ser y haber sentido.



3 apostillas:

Juan Poz dijo...

Salvo que, por nacimiento, uno esté excluido del primum vivere, que la a menudo ardua vida cotidiana tenga poco o nada que ver con la actividad artística es "lo más común" de "lo excepcional". Hasta explica algún movimiento literario como el modernismo...

Bubo dijo...

O puede hacer como tú. Hacer un poema de lo que hace. ¡Está genial!

Joselu dijo...

Así es nuestra rutinaria realidad sobre la que la poesía levanta un velo estético que la hace casi hermosa.