El enfermo imaginario
15.3.20
Nunca me topé con alguien que se alegrara tanto de estar enferma. Cada parámetro analítico por encima de los límites de la normalidad lo celebraba con algarabía. Manifestaba cierto orgullo cuando su lozanía empeoraba. Al contrario, si le apuntaban que tenía buena salud mostraba su enfadado desacuerdo. Nadie poseía una patología tan extrema como ella, no había ninguna persona que estuviera tan insana. Murió, según el diagnóstico médico, de un golpe de salud.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
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2 apostillas:
jaja, era la más sana del cementerio, pero acabó en él, quizás su sueño.
Un abrazo
Hay gente que no está contenta si no es infeliz.
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